[ 15/15/15 aldizkariko webgunetik hartu diNat ondorengo testu hau. Blog hontatik pasatzen dan sektore autonomo-anarkuei barkamenak aldez aurretik alderdi politiko lotsagabe (lotsagarri ez esatearren) batetako arduradun bati ein dioten elkarrizketa honeatik baino Frackanpadan ikusi eta entzun ondoren jakinen gainean nagoenez Mikel Oterok peak oilaren arazo den dena ondo ulertzen duela gai hortaz eta gainontzean egiten duten propagandaz buztiko zaituztet. Hau horrela, talde honi bozkatzen diozuen eta hemendik pasatzen zaretenoi beste batzuetan ere pasa zaitezketala esan eta beheragoko logo hori kentzeko tentazioa izan dudala (inor ez da perfektoa), kar kar. ]
Mikel Otero (EH Bildu): «Debemos tener el control sobre las decisiones energéticas en Euskal Herria»
Coordinador 15/15\15
Entrevistamos el pasado mes de julio a Mikel Otero, miembro de
EH Bildu en el Parlamento Vasco.
15/15\15: En la actualidad se está tramitando en el
Parlamento Vasco una propuesta de ley del gobierno denominada de
“Sostenibilidad energética de la administración pública vasca”. Tú has
representado una de las posiciones más críticas al respecto, y en tus
intervenciones has sacado a la palestra cuestiones como el agotamiento
de los combustibles fósiles. ¿Crees que el actual Gobierno Vasco tiene
una idea clara de lo que es la sostenibilidad y de su relación con la
dependencia energética del metabolismo socioeconómico? Cuéntanos también
en qué fase está actualmente la tramitación de la ley…
Mikel Otero en su intervención parlamentaria del 1 de marzo.
M.O.:
Por lo que puedo observar en la redacción de la ley, no. Aunque el
gobierno vasco no puede decir que no comprende el significado de la
sostenibilidad, la cual está bastante bien definida cuando se dice:
“sostenible es la satisfacción de las necesidades de la generación
presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para
satisfacer sus propias necesidades”. Teniendo esto en cuenta y viendo
indicadores tan sencillos como el de la huella ecológica, es obvio que
no somos sostenibles, y en todo caso debiéramos hablar de caminos hacia
la sostenibilidad, es decir, hacia un estadio en el que pudiéramos
constatar que no están siendo comprometidas las bases materiales que
sostendrán las vidas de las generaciones futuras. Lejos de esto, el
gobierno vasco utiliza constantemente el término sostenible para hablar
de políticas que tienen poco que ver con esto. No es más que un barniz,
una perversa tergiversación del término, pero a su vez, en estos tiempos
de política-marketing, es un término de obligada utilización.
Un problema, por otra parte, que no es exclusivo del Gobierno Vasco,
ya que desde que a través del informe Bruntland y su concepto de
desarrollo sostenible (que en breve mutó al de crecimiento sostenible),
se realizara en los 80 un viraje conceptual de “los límites del
crecimiento” del que nos venían advirtiendo desde inicios de los años
70, estamos todos atrapados en ese marco.
Por su parte, la ley de sostenibilidad energética está actualmente en
fase de ponencia tras ser aprobada a trámite gracias a los votos de
PNV, PSE, Podemos y con la abstención del PP. Los únicos que hicimos una
enmienda a la totalidad, porque su contenido nos parecía claramente
insuficiente, fuimos nosotros, EH Bildu. En la ponencia, se discutirán
las enmiendas parciales, después llegará el dictamen de la comisión, y
entonces estará lista para llevarla a pleno y ser votada.
15/15\15: En tu opinión, ¿cuáles son los principales problemas de la CAV en el terreno energético y cómo propone EH-Bildu abordarlos?
Vista de la refinería de Petronor junto al pueblo vizcaíno de Muskiz.
M.O.:
Tenemos varios problemas superpuestos que pueden desembocar en una
tormenta perfecta en poco tiempo. Por un lado, nuestra dependencia
energética actual del exterior es de un 93% de nuestro consumo. Es
decir, producimos localmente un 7% de la energía que utilizamos. Por
otro lado, la dependencia de combustibles fósiles y nucleares de nuestro
mix energético es superior a un 85%. Además de esto, los
ámbitos de decisión institucional en materia energética están lejos de
la CAV en sus aspectos más decisivos, con lo que una planificación
alternativa se antoja prácticamente imposible. Tenemos también que, como
sociedad industrial avanzada, nuestro consumo per cápita es
elevadísimo, más cercano a los niveles alemanes que a los españoles. Por
si fuera poco, el control de los flujos energéticos está en pocas (y
privadas) manos. Visto en su conjunto, es un cóctel peligrosísimo. EH
Bildu observa esta situación con la máxima preocupación, y en la propia
identificación de los problemas se puede intuir el sentido de las
propuestas que podemos realizar. Debemos reducir consumos, reducir la
dependencia exterior y aumentar el porcentaje de energía renovable con
urgencia, pero para diseñar un plan ambicioso debemos tener el control
sobre las decisiones energéticas en Euskal Herria. Como grandes
consumidores, debemos reducir consumos, tanto individual como
colectivamente, (re)localizar las fuentes energéticas, aumentar el peso
del sector público, descentralizar la producción. El sector prioritario
es el transporte, que se lleva el 40% del consumo. Implantar políticas
de
Km0 en todos los ámbitos y todos los hábitos, etc.
15/15\15: ¿Existe alguna sintonía en este terreno con algún
otro de los grupos políticos con representación en el Parlamento de
Gasteiz?
M.O.: Hay una especie de consenso básico en que la
situación no es buena y debemos dar pasos en las cuestiones antes
apuntadas. También es importante señalar que buena parte de la
sensibilidad y la lucha medioambiental de este país se ha desarrollado a
partir del rechazo a ciertos proyectos energéticos. Y a menudo los
movimientos, como el antinuclear o el contrario al
fracking,
han logrado una hegemonía social que han logrado trasladar tanto a los
partidos políticos como a las instituciones. Aunque sea a regañadientes,
todos los partidos se mostraron favorables al cierre de Garoña o a la
paralización de proyectos relacionados con el
fracking. A
partir de aquí, la cosa se complica. Las fuerzas políticas que mostramos
una mayor preocupación con respecto a la deriva de la situación somos
EH Bildu y Elkarrekin Podemos.
15/15\15: Y dentro de vuestra formación ¿tenéis una postura
compartida totalmente o podríamos decir que hay sectores más conscientes
de la situación de colapso energético que tenemos por delante y de sus
consecuencias sociales que conviven con otros más business-as-usual o que confíen en el tecnomilagro?
M.O.:
Es importante remarcar que dentro de EHBildu hay un conglomerado de
sensibilidades y corrientes políticas diversas que pueden ir desde una
izquierda, digamos, radical, hasta posiciones que podían considerarse
socialdemócratas, con un suelo común de izquierda e independentista. Un
ideario que, simplificándolo al extremo, podemos representar como rojo
de clase, verde ecologista y morado feminista. Además de esto, también
es importante remarcar que somos una coalición con vocación y voluntad
de gobierno, con mayorías amplias en multitud de municipios y con una
base electoral (nivel CAV) que supera el 20% del electorado, con más de
220.000 votantes en las últimas elecciones autonómicas. En resumen, es
una casa muy grande en la que conviven desde posiciones neokeynesianas
con otras marcadamente decrecentistas. Dentro de las secretarías
nacionales, existe la de medio ambiente y energía, con lo que podemos
decir que la primera aproximación al tema se aborda desde una
perspectiva adecuada, a mi entender, ya que podría estar vinculada, como
está por ejemplo en el gobierno vasco, dentro de la cartera de
desarrollo económico e infraestructuras. Es significativo, pero
obviamente no es suficiente. Cuando pensamos en alternativas, no podemos
olvidar que un partido político que aspire a gobernar en el contexto
jurídico administrativo actual, por mucho que el horizonte sea
transformador, tiene que partir de la situación que tiene, por lo que es
complicado querer correr mucho más que el grueso de tu electorado. Si
la gente no te sigue, se rompe el vínculo, y sin vínculo no hay
posibilidad de acceso a los mandos de la nave (o de la parte de la nave
que se dirige desde las instituciones, que obviamente no es toda). Creo
que es importante saber qué se le puede pedir a un partido político y
qué trabajo hay que hacer en otros ámbitos antes de que cualquier
partido se vaya impregnando de las posiciones necesarias para los
profundos cambios que debemos hacer en un periodo histórico
relativamente breve.
15/15\15: En tus intervenciones en el Parlamento acerca de
esta propuesta de ley del gobierno has mencionado otros planes de
transición energética como el de Dinamarca, el de Francia… incluso el de
Nafarroa, para ponerlos en contraste con el presentado en la C.A.V.,
que tú calificas de ley vacía de contenido, sin financiación y sin
medidas ejecutivas, “cheque en blanco” para no hacer nada y que supone
“hacerse trampas al solitario” al autocalificarse de “ambicioso” y sin
embargo estar muy lejos incluso de los objetivos base de cambio a
renovables marcados en la UE. ¿Qué podrías destacar de esas otras leyes y
planes en países de nuestro entorno y qué tendrían de aplicables para
Euskadi?
M.O.: Veremos en qué queda la ley, pero el texto
original que presentó el gobierno era bastante lamentable. Un compendio
de objetivos, algunos de ellos razonables, para los que habían hecho una
previsión de costes bastante elevado pero sin una palabra sobre la
financiación. Y sin régimen sancionador. Un brindis al sol. Teniendo en
cuenta la situación económica de los ayuntamientos, la ley tiene unos
objetivos que, a pesar de no ser muy ambiciosos, no se podrán cumplir,
por lo que resulta obligado pensar en los mecanismos financieros para
hacer el intento.
Con respecto a la comparación con otros países u otras zonas, las
comparaciones nos dejan en mal lugar, tanto en objetivos como en
participación ciudadana. Por poner algún ejemplo concreto, me gusta
mucho la capacidad que ha tenido el gobierno de Dinamarca a la hora de
involucrar a la ciudadanía en el salto a las energías renovables. No son
casuales medidas como la de reservar un mínimo de participación de un
20% a la población en los proyectos de implantación de energía eólica.
De Nafarroa me gustan muchas cosas, sería largo, aunque destacaría los
planes de recuperación de hidráulicas, programas de mini-eólica con
propiedad comunitaria, de auto-abastecimiento… es muy completo. Sobre
todo me interesa el enfoque, que en comparación con nuestra ley supone
un avance claro, aunque —cómo no— se podía haber sido más ambicioso en
todas partes.
15/15\15: De alguna de esas leyes, como la francesa, has
destacado que ha contado con un amplio proceso de participación social
en su definición, algo que encuentras a faltar en el proceso actual en
Euskadi. ¿Han logrado introducir los movimientos sociales franceses o
los científicos —quizás Jean Laherrere u otra gente de ASPO— algunos aspectos de especial interés en esa ley que aportas como referencia?
M.O.: Puse el ejemplo del proceso de elaboración de
la ley francesa porque contrastaba mucho con el proceso seguido aquí. Me
centro en esto. El proyecto-ley de sostenibilidad energética vasca fue
redactado íntegramente en un despacho del Ente Vasco de la Energía,
escasamente contrastado, y directamente presentado al Parlamento. Con la
estrategia energética vigente (
3E2030) fue aun peor, ni
siquiera pasó por el Parlamento. En Francia —aunque como señalas es
difícil ver la mano de ASPO o Laherrere— el proceso de elaboración fue
considerado un asunto de primer orden con un proceso larguísimo de
elaboración y participación, con muchos contrastes. Los objetivos,
viendo la realidad francesa, no son desdeñables, en concreto un 32%
renovable para 2030, que es el mismo que ha propuesto finalmente la
Unión Europea. Y también es destacable el intento de potenciar los
cambios a través de la fiscalidad.
15/15\15: También has criticado la falta de dotación en
personal y recursos del EVE (Ente Vasco de la Energía), en relación a la
importancia de la cuestión energética para el país. Hace ya unos años
el EVE se destacó por publicar un extenso informe acerca de los posibles
impactos sobre la economía vasca del Peak Oil (El petróleo y la energía en la economía. Efectos del encarecimiento del petróleo en la economía vasca). ¿Crees que alguno de los miembros del actual gobierno se lo ha leído?
M.O.:
Lo han leído, sin duda. No nos olvidemos que uno de los autores del
informe, el señor Txetxu Saenz de Ormijana, ha sido el representante
designado por el PNV en el comité de expertos para la transición
energética que presentó su informe hace poco. Otro de los autores, Jose
Ignacio Hormaetxe, es el actual director del
cluster de energía de Euskadi. Saben perfectamente lo que hay. Otra cosa es qué hacer con lo que sabes.
Es una lástima que un trabajo tan importante como el que realizó el
EVE no haya tenido ninguna repercusión pública. En ese libro, publicado
en 2008, pero con datos de los años inmediatamente anteriores al inicio
de la crisis, se abordan con bastante franqueza muchos de los problemas
que venían poniendo sobre la mesa los
peak-oilers, y el
diagnóstico que se hace es tan acertado como preocupante. El libro decía
cosas tan gruesas para la economía actual como que la globalización
podía ser reversible, o que el
gap, el hueco dejado por el
petróleo en su fase de agotamiento parece insustituible, por lo que iba a
ser obligatorio gestionar la cuestión energética desde el lado de la
demanda, es decir, con una reducción obligada del consumo. Reconocer
esto desde posiciones tan altas y cercanas al poder es un avance; el
problema es que en una economía globalizada y competitiva saber
encontrar el momento y la manera de actuar es dificilísimo.
15/15\15: Vayamos ahora con la cuestión de las etiquetas, que
no deja de tener una importancia al menos simbólica y a la hora de
trasmitir ideas clave en las estrategias políticas frente a la situación
civilizatoria que vivimos. ¿Tú te calificarías de decrecentista?
¿Podría decirse que EH-Bildu ha renunciado claramente al objetivo de
buscar el crecimiento económico? …Porque sabemos que desde las
corrientes más conscientes de la debacle energética, tampoco resulta
fácil que vuestras formaciones hablen con contundencia de lo que se nos
viene encima. ¿Se enmarcaría vuestra propuesta política dentro del ecosocialismo?
M.O.: Son varias preguntas muy gruesas.
Personalmente sí me considero eco-socialista; sigo, interactúo y
colaboro desde mi posición a la difusión de sus principios, que para mí
son, dicho telegráficamente, “eco”, como la necesidad de contener
nuestra actividad para no degradar nuestro entorno, y “socialismo” como
reparto justo de la riqueza. El término
decrecimiento, aun
sintiéndome cerca de su filosofía, nunca me pareció acertado. Es obvia
la necesidad de decrecer en aspectos básicos de nuestra vida, como el
consumo de materias primas energéticas (y materiales en general), pero
hay muchos aspectos, no precisamente materiales, en los que debemos
crecer. Tampoco me gusta que el binomio crecimiento/decrecimiento esté
tan vinculado al PIB. Y fue obvio que el decrecimiento del PIB, por sí
mismo, no nos sirvió de mucho en el contexto de la crisis tras el
crash
de 2008. Por otra parte creo que, a veces, a los partidos políticos se
les exigen cosas imposibles. Un partido tiene que conjugar posiciones de
fondo claras y transformadoras con la necesidad de lograr apoyos
suficientes para poder tener peso en ciertos ámbitos de decisión. Y se
juega en campos embarrados, con reglas de juego injustas, con el árbitro
comprado, con los altavoces en manos de grupos de presión que saben
perfectamente lo que quieren. No es fácil. Y es obvio que en este
contexto, ningún partido político, tampoco EH Bildu, ha resuelto la
cuestión del crecimiento/decrecimiento de manera satisfactoria. Porque
una formación política tiene que conjugar tiempos largos con tiempos
cortos. Y lo que una formación política llega a asumir en los plazos
cortos está inevitablemente vinculada con el sentir de la calle. En el
fondo, seguimos con el viejo dilema de Roosevelt, cuando les decía a los
sindicatos aquello de “ahora salid a la calle y pedídmelo”. Si no hay
clima
no se puede. O, dicho de otro modo, si se tira demasiado de la cuerda,
esta se rompe, y dejas de ser útil para promover cambios. Creo que
cualquier divulgador del
peak-oil es consciente de la dificultad de hacerse escuchar más allá del círculo de convencidos.
15/15\15: El nuevo presidente del gobierno español, Pedro
Sánchez, ha anunciado que una de las líneas de acción de su gobierno
(supuestamente provisional hasta unas elecciones que se anuncian
cercanas, aunque no inmediatas) será la “transición ecológica de la
economía” y la tramitación también de una Ley de Transición Energética,
siguiendo la moda de estos últimos años. ¿Vuestra formación apostará
también en Madrid por sacar a relucir las cuestiones que tú has sacado
en Gasteiz, cuando se tramiten estos asuntos anunciados? ¿Existe, desde
tu punto de vista, algún tipo de “transición ecológica de la economía”
que no implique abandonar el crecimiento económico a ultranza, y por
tanto, el capitalismo tal y como lo conocemos? En ese caso, parecería
difícil que un partido como el PSOE estuviese por la labor, ¿no crees?
No sé si esperáis algo en este sentido del nuevo gobierno español…
M.O.:
Ya lo iremos viendo. De Madrid, lo mejor que podía llegar es avanzar en
la capacidad de poder tomar todas nuestras decisiones en materia
energética, y me extraña que el nuevo gobierno sea proclive a eso.
Seguramente habrá una sensibilidad mayor que con el PP para favorecer un
despliegue de energías renovables, para acabar con la electricidad
proveniente del carbón, pero no creo que podamos esperar cambios
radicales. A veces se nos olvida que hay un puñado de empresas con tanta
capacidad como el gobierno de ejercer el poder y orientar las líneas
principales de la política en general y de la política energética en
particular. Si me preguntas si el PSOE está dispuesto a
tocar
los cimientos del capitalismo la respuesta es obvia: no. De todos modos,
por tu pregunta infiero que el capitalismo es inevitablemente
crecentista. Sería un debate largo, pero no creo que la base del capitalismo sea el crecimiento. Otra cosa es que el
tesoro
fósil haya incrementado la potencia del trabajo y, en consecuencia,
facilitado la acumulación de capital. Este esquema, que se ha fijado en
el imaginario colectivo tras los
treinta gloriosos, no es una
ley económica, es un marco mental. De ahí que pensar que un
decrecimiento forzoso por falta de flujo de energía fósil vaya, por sí
mismo, a superar o desmantelar el capitalismo, me parece hasta
peligroso. El capital expulsará del sistema —como ya ha empezado a
hacer— a muchísimas personas, pero no por ello ha de desaparecer. Puede
mutar, cambiar de fase, como lo ha hecho a menudo en la historia.
Recomiendo leer el libro
El fin de la normalidad de James Galbraith para profundizar en estas ideas.
Y por terminar con lo que me preguntas, no creo que las bases del
capitalismo permitan pensar en una economía ecológica, porque la lógica
no es “eco”, que siempre remite a límites y contención.
15/15\15: Pocas formaciones políticas cuentan entre sus caras
más visibles con personas como Arnaldo Otegi que hayan mencionado
expresamente el problema del Peak Oil (un ejemplo: “El mundo vive una
auténtica crisis de civilización, en la que convergen al mismo tiempo
una crisis sistémica del capitalismo (de acumulación), una energética
(ya sobrepasamos el pico en la producción petrolera) y una ecológica
(cambio climático), que ponen en riesgo el planeta y nuestra especie“,
2012). ¿Qué relevancia crees que se le está dando en el discurso público
de Bildu a este tema? ¿Habéis optado por una “estrategia franca” a la
hora de comunicar el panorama que le espera a EH y al mundo ante el
agotamiento de las energías fósiles, es decir, de señalar esos
“elefantes en la habitación”, que otras formaciones no quieren ver?
M.O.: Arnaldo Otegi,
además de ser el coordinador general de EHBildu, es un agudo pensador,
atento a su tiempo, al que no se le escapan los grandes retos, como
puede inferirse de la cita. También es un indicativo de que en la esfera
de influencia de EHBildu estas preocupaciones existen en un amplio
sector. Ahora bien, una cosa es detectar los enormes retos que tenemos
delante, y otra es quedarse en el registro del sabio de la atalaya. Una
formación política transformadora como EH Bildu debe encarar estos
debates profundos a la vez que gestiona su presencia en diferentes
instituciones con diferentes cotas de influencia. La franqueza nos
caracteriza, y en las últimas jornadas convocadas por EH Bildu, sobre la
creación de un Estado vasco, algunos de estos retos estuvieron en la
mesa y se debatieron sin autocensura. Otra cosa es que en la acción
política cotidiana, lo urgente vaya creando una cortina de humo sobre lo
importante. Eso también nos pasa, cómo no. Además, creemos que la
divulgación de las problemáticas de fondo que amenazan nuestra propia
existencia como especie, es una responsabilidad compartida con los
grupos ecologistas, con sectores académicos etc. Es un reto demasiado
grande como para ser pensado y abordado por una única o unas pocas
formaciones políticas. Hay momentos en los que me conformaría con ir
asumiendo planteamientos que se van madurando en otros ámbitos, lo cual
no siempre es fácil.
15/15\15: ¿Cómo ves el futuro de EH a nivel de soberanía
alimentaria, energética, económica y política y la relación entre estos
ejes? Y ¿el del conjunto del Estado Español? ¿Cómo crees que la
situación de colapso civilizatorio influirá en los conflictos nacionales
existentes dentro del Reino de España?
M.O.: El futuro está sin escribir, y aunque partamos
de una situación muy preocupante en cada uno de los ámbitos señalados,
dependerá en buena medida de lo que seamos capaces de articular. Diría
que todos los indicadores importantes están en rojo, el
autoabastecimiento energético o alimentario es paupérrimo en nuestro
país, y la soberanía política, cuando llegue, deberá hacer frente a unos
problemas sectoriales que no parecen tener fácil solución.
Pero también que hay un gran laboratorio en marcha, una miríada de
personas y colectivos que están experimentando en campos diversos,
aunque ni de lejos nos encontramos en una situación escalable a nivel
macro. La correlación de fuerzas para lanzar soluciones estructurales es
débil aún, pero en las zonas de sombra se están abriendo paso nuevas
maneras de pensar y hacer, que entroncan bien con el espíritu de trabajo
colectivo y cooperativo que no ha desaparecido en Euskal Herria.
Y si se diera una situación de colapso descontrolado, atendiendo a la
historia es bastante evidente que las fuerzas centrífugas prevalecen
sobre las centrípetas, que traducido a las estructuras de poder
significa dificultades para los aparatos de estado. A más grandes, más
dificultades de mantenerse. Y esto nos puede favorecer. Aunque, en honor
a la verdad, todo dependerá de la profundidad del posible colapso y su
fuerza centrífuga.
15/15\15: Tú has sido bastante crítico con la postura de los
supuestos representantes del ecologismo político, como los integrantes
de Equo en Euskadi. A nivel del Estado Español también suelen recibir no
pocas críticas por parte del ecologismo más consciente del colapso por
ser demasiado tibios y por haberse disuelto sus posicionamientos más
interesantes dentro de la coalición con Podemos e IU, incluso críticas
procedentes de su propia militancia. Por otro lado, formaciones con un
origen más fundado en la lucha nacional, como la CUP o EH-Bildu estáis,
por así decirlo, adelantándoles en su propio terreno. Si me permites la
broma, los más “radicales” en la cuestión ecológica estáis siendo los
famosos “radicales vascos” (y catalanes). ¿Compartes esta percepción?
¿Crees que es una estrategia acertada la de estas formaciones, la de
intentar influir en esta nueva socialdemocracia española, que no tiene
—hasta el momento— visos de despegarse del neokeynesianismo, y por
tanto, de la imposible búsqueda del crecimiento económico?
M.O.: Parto de un clima de entendimiento con Equo en
la mayoría de las iniciativas parlamentarias. Lo habitual es apoyarnos
mutuamente. La mayor discrepancia ha venido por la manera de encarar la
ley de sostenibilidad energética, hemos seguido caminos diferentes.
Ellos entraron a negociar la ley con el gobierno desde un inicio, y
nosotros pusimos el listón bastante más alto, con una enmienda a la
totalidad. Por dos motivos. El primero era que entendíamos que la ley
que hacía falta era sobre todas las cuestiones energéticas y no
solamente sobre las administraciones públicas. El segundo motivo era que
la ley, en los términos que se nos presentó, era irrealizable. Sin
provisión económica ni régimen sancionador. Un brindis al sol con
envoltorio verde. Nuestra experiencia en el ámbito institucional
municipal nos llevó rápidamente a deducir que la ley, tal y como se
presentó, podía constituir más un problema que una solución. En
cualquier caso, una cosa son los planteamientos de fondo y otra, una vez
que estas en un marco determinado y sabes que la ley será aprobada, no
entrar e intentar influir en ella. Las leyes se aprueban en los
parlamentos, y son el reflejo de una correlación de fuerzas
determinadas. Determinadas por las urnas, en concreto. Y por mucho que
uno tenga razón, tiene los votos que tiene, en nuestro caso 18 de 75. Y
en el de Equo, sumada su fuerza al resto de quienes conforman Elkarrekin
Podemos, 11 de 75. Y sumados, llegado el caso, 29 de 75. Ese es el
terreno de juego en el que se aprobará la ley.
Sobre la radicalidad de los planteamientos de cada formación, la cosa
es complicada. Ya lo he comentado antes. EH Bildu no pretende entrar en
una competición de “a ver quién es más ecologista”. Es una formación
con sensibilidad ambiental contrastada a lo largo de mucho tiempo, que
no cree que el ecologismo sea un coto de nadie. En algunos temas se nos
podrá calificar de radicales, y otras veces nos quedaremos cortos a ojos
de sectores más concienciados. Nos pasa, cómo no. Y la superación de
planteamientos neokeynesianos, que personalmente considero ineludible,
llegará si conseguimos que ese empuje llegue desde abajo, desde la
calle. Mal vamos si nos consideramos una élite de conocimiento
privilegiado capaz de imponer unas políticas que provoquen un rechazo
generalizado. No es solo poco deseable, sino que es inviable.
15/15\15: Tú procedes del movimiento antifracking en EH.
¿Cómo está esta cuestión actualmente en la CAV y cómo se ha recogido en
la actual ley que se está tramitando, si es que existe alguna mención?
¿Cúentanos un poco cómo se pasó del apoyo entusiasta inicial por parte
de PNV y PSOE de esta técnica que iba a convertir la CAV en
“autosuficiente energéticamente” a la Ley Antifracking que la quiso
prohibir en 2016 pero que se ha encontrado con el reciente veto del
Tribunal Constitucional español?
Cartel contra la fracturación hidráulica en Vitoria-Gasteiz (octubre de 2012). Fuente: Wikimedia Commons.
M.O.: El movimiento contra el
fracking
consiguió algo que es complicado para un movimiento social: una
hegemonía contra la que ningún partido se atreve a ir hoy día. Recuerdo
lo que costó explicar la palabrita de marras. Pero ese ir puerta a
puerta donde los perforadores no creían que fuera necesario explicar
nada, dio sus frutos. El
fracking, con todo lo que suponía, se
convirtió en un asunto maldito, y el rechazo se extendió como reguero de
pólvora. Hoy es antifracking hasta el gobierno, y se queja de que el
constitucional haya recortado la ley vasca. Por otra parte, es otro
ejemplo palmario de la falta de soberanía en las decisiones energéticas.
Visto desde otro ángulo, da un poco la risa después de que se pasaran
10 años intentando colarlo a base de dinero público. Pero no importa, se
ganó. Eso sí, de ahí a que el gobierno renuncie a intentar sacar como
sea el gas que pueda haber en el subsuelo va un trecho. Ahora, con la
imposibilidad de hacer
fracking por la presión social, lo
quieren intentar hacer con técnicas convencionales, que a todas luces
será un fracaso porque el yacimiento no ha dejado de ser no convencional
por mucho que cambien de técnica. En cualquier caso, es evidente que
desde ahí no va a llegar ni la independencia energética ni nada que se
le parezca. Es una vía muerta.
15/15\15: Este tipo de vetos del gobierno español, como el de la Ley de Cambio Climático catalana, etc., afectando incluso la autodefensa
de territorios en principio sin conflicto nacional con el Reino, como
son Cantabria o La Rioja… ¿no supone aumentar los argumentos a favor de
una soberanía política que permita gestionar la fundamental cuestión
energética en cada territorio sin interferencias externas? E imagino que
llegado el caso de una guerra por los recursos energéticos que nos
llegan del exterior —como ha advertido entre otros el divulgador del
Peak Oil Antonio Turiel—
esas fuerzas centrífugas se exacerbarían quizás hasta provocar una
importante fragmentación de los diferentes territorios del Estado. ¿Qué
opinas de esa influencia en la cuestión nacional y en el derecho de
autodeterminación? ¿Hay sintonía con el PNV en que carecer de soberanía
en materia energética, el hecho de que sea Madrid quien decida, “es un
problema”, como les has interpelado tú en el debate de la Ley de
Transición Energética?
M.O.: La importancia de la cuestión energética se
hace patente cuando observas que un Estado no suelta las competencias en
esta materia por su propia voluntad. Hay una parte de la planificación
energética que viene condicionada por el mercado global, otra por las
políticas europeas, pero el grueso de las decisiones está en manos de
los estados. Episodios como los vetos a las leyes antifracking en el
estado nos recuerdan la importancia de tener soberanía política para
poder avanzar en el resto de soberanías (alimentaria, energética etc.).
En nuestra opinión, son ejemplos inmejorables de las limitaciones reales
del actual marco. Para el PNV todo esto es un arma de doble filo, ya
que ha construido un esquema en el que nos intenta vender que todo lo
bueno que hay en Euskadi es porque ellos gestionan bien o negocian bien y
todo lo que va mal es porque en Madrid no deja, no quiere. Esto les da
cierto margen político ante las decisiones o caminos equivocados. Y uno
de los mejores ejemplos sería el tren de alta velocidad. Si llega el
tren, lo ha traído el PNV. Si va mal, es que el Estado [central]
planifica mal. Nosotros decimos que queremos decidirlo
todo, y a
veces nos equivocaremos, y otras veces tocará tomar decisiones
difíciles y no podremos responsabilizar a otros. En cualquier caso, hay
muchas materias, como la energética, en las que se evidencia que la
tensión nacional va mucho más allá de lo identitario, en las que se ve
que tiene que ver con la gestión y las decisiones de la vida del día a
día.
15/15\15: Pero algo tan sencillo como que si la CAV consume
cada año más petróleo y gas, y estos son recursos finitos, tenemos un
grave problema… ¿lo está captando el Gobierno Vasco? O esa sorprendente
postura que comparten el PSOE vasco, el gallego, y en general todo el
partido… de que sustituir petróleo por gas natural es “positivo” y una
“solución” para la transición energética… O apostar por la
“electrificación” como una panacea para todo, trasporte incluido, sin
hacer que la generación eléctrica se base principalmente en las
renovables. Parece que falta lo más básico para ponernos de acuerdo en
lo que deben ser los mimbres para una auténtica transición energética,
¿no?
M.O.: La inercia que llevan las políticas públicas
actuales, tan orientadas a buscar crecimiento económico, son
preocupantes. Te pongo un ejemplo. En los años 80, el porcentaje de
consumo final de petróleo en el
mix energético estaba por
encima del 60%. Hoy día, ese porcentaje ha bajado al 47%. Sin embargo,
el consumo de petróleo, en términos absolutos, alcanzó su techo el año
pasado. Visto esto, ¿somos más o menos dependientes del petróleo? Yo
diría que más, aunque los porcentajes nos puedan engañar.
Paradójicamente, el consumo de gas, que ha sido empujado todo lo que se
ha podido por las instituciones, no está aumentando, está estancado. Hoy
se consume en Euskadi menos gas que hace 10 años. Esto se debe a que ha
habido un desplazamiento en el consumo. El 40% del consumo se lo lleva
el transporte, que va a petróleo. El gas tiene unos usos mucho más
limitados que el petróleo, y aunque nos están vendiendo la gasificación y
la electrificación del transporte, me temo que las infraestructuras
necesarias van a ser enormes, y tengo muchísimas dudas sobre la
conveniencia, incluso sobre la posibilidad real, de triplicar
instalaciones de manera masiva. El problema que subyace a todo esto es
que no hay una planificación real, ni siquiera está claro que sea
posible tal planificación en una economía donde la fuerza motriz
principal es la del mercado. Un mercado, por otra parte, completamente
desembridado, que además amenaza con la ruina a quien intente echar
cualquier tipo de freno. Con este contexto, es difícil alcanzar
consensos básicos. El problema es que el tiempo de reaccionar cada vez
es más estrecho. Y no es lo mismo reconocer que tendremos que seguir
utilizando fuentes convencionales durante un tiempo a pensar que el gas
nos va a solucionar nada a medios plazos. Es por esto que las
planificaciones deben de empezar diciendo: “Debemos decrecer desde ya en
las fuentes energéticas convencionales”. Esto nos diferencia del PNV y
de algunos más.
15/15\15: Tú has señalado en alguna ocasión que el conflicto principal ante el que nos situamos es el conflicto capital vs. vida.
Por tanto, la cuestión del abandono del capitalismo cobra más vigencia
que nunca. ¿Es realista hoy declararse anticapitalista? O ¿crees que
sería más útil buscar nuevos términos como el poscapitalismo,
que trasmitan ya implícitamente que el capitalismo está acabado y que
necesitamos buscar un nuevo sistema que sepa funcionar dentro de los
límites?
M.O.: Personalmente no le tengo ningún miedo al término
anticapitalista.
Pero insisto en la idea de que el capitalismo no está acabado. El
capitalismo tiene una crisis de acumulación evidente, relacionada, entre
otros factores, con la decreciente tasa de retorno energético, que
merma el potencial de trabajo global sobre el que el capital basa su
acumulación. Pero está dando respuesta de manera múltiple. Por un lado,
está moviendo las fronteras de la explotación, con varios mecanismos
como mercantilizar los últimos reductos de actividad que quedaban fuera
del circuito de acumulación o con lo que se ha conocido como la
precarización generalizada de las condiciones de vida y trabajo; creo
que la lectura ecofeminista es acertada en este punto. Por otra parte,
está expulsando del sistema de bienestar a un número cada vez mayor de
personas, en un ciclo que Harvey llama acertadamente “acumulación por
desposesión”. Por último, está lo que defensores de derechos humanos
como Juan Hernandez Zubizarreta han denominado “necropolítica”, es
decir, la cada vez mayor prescindibilidad de sectores cada vez más
amplios del planeta. Esta deriva, que puede llevarnos a escenarios
horribles, es perfectamente contemplable en un escenario de guerra de
recursos. Es evidente que ante esto, necesitamos un sistema que sepa
contenerse dentro de los límites.
15/15\15: ¿Ves alguna alianza factible, ahora mismo, con el
mundo sindical vasco, para caminar hacia ese poscapitalismo y para un
nuevo modelo postindustrial? Porque parece que de momento los vínculos
con el sindicalismo suponen muchas veces más bien un lastre que impide
avances en ese sentido a algunas formaciones políticas, ¿no?
M.O.: Me consta, porque lo conozco de cerca, que el
mundo sindical vasco, o buena parte de él, es consciente de lo que
viene. Los trabajos de Gorka Bueno para la fundación Robles Arangiz
(ELA) son una muestra de ello. En el último congreso de LAB también
estuvieron sobre la mesa estas cuestiones, y sindicatos como ESK tienen
una postura pública muy próxima al decrecimiento. En el debate de la
carta de los derechos sociales de Euskal Herria, impulsada por
movimientos sociales y sindicatos, también debatimos sobre todo esto con
franqueza. Y en las jornadas eco-socialistas celebradas hace 3 años en
Bilbo, con fuerte presencia sindical en la organización, hubo numerosas
ponencias relacionadas con la finitud de recursos, con ponentes como
Emilio Santiago Muiño,
Yayo Herrero o
Luis González Reyes
entre otros muchos. Por poneros un último ejemplo, los intentos de
visibilizar otras posibilidades, que se ha hecho en varias ocasiones a
través del
Alternatiben Herria (el pueblo de las alternativas),
también ha sido una derivada de la Carta Social, con impulso sindical.
En su conjunto, todo indica que existe una honda preocupación por estos
temas, que tiene que convivir —cómo no— con la defensa del empleo y las
condiciones laborales, con las labores más tradicionales del
sindicalismo. ¿Es difícil? Pues claro.
Y en este punto me quiero acordar de la honestidad que tuvo Antonio
Turiel cuando vino a dar una charla a Gasteiz. Empezó su presentación
diciendo: “Yo soy un divulgador del peak-oil y de los problemas
asociados a ello, pero la mayor parte de mi vida me la paso en un
trabajo
BAU y buscando
subvenciones en entornos BAU para que mi equipo de trabajo pueda seguir
desarrollando su trabajo BAU”. Me pareció muy honesto. Y me parece algo
muy similar a lo que les pasa a los sindicatos o a los partidos
políticos.
15/15\15: El control de las grandes empresas energéticas
sobre los ministerios o departamentos de energía de los respectivos
gobiernos es algo más que conocido. Dejar en sus manos una transición
energética como la que necesitamos con urgencia parece algo poco menos
que suicida, para una sociedad. ¿La solución es nacionalizar la energía?
…Porque tú has reclamado pasos hacia “el control público de la
energía”. O ¿quizás la vía de la potenciación de cooperativas de energía
renovable como Goiener sea una alternativa más asumible en el marco
actual, al menos como un primer paso?
Cooperativistas de la comercializadora y productora de energía renovable vasca Goiener.
M.O.:
Siendo consciente de que la solución no va a llegar desde un solo
vector, creo que un control público de la energía es imprescindible para
contrarrestar los efectos devastadores que tiene haberlo dejado en
manos del mercado. Las grandes empresas energéticas, como el resto,
solamente responden a la acumulación de poder y beneficios para
repartirlas entre sus dueños-accionistas. Y Europa se equivoca cuando
incide en ese camino. Siendo esto así, no me parece incompatible con el
trabajo que se pueda desarrollar desde las cooperativas. De hecho, el
tejido cooperativo vasco es sobradamente conocido por su fuerza
relativa. Pero también tiene sus límites, ya que el cooperativismo vasco
—que conozco bien desde la experiencia familiar— en un entorno de
mercado competitivo, ha tendido también a adaptarse a él, a parecérsele.
Por lo tanto, aun habiendo un amplio espacio cooperativo por delante
para trabajar, no deberíamos olvidar que el bien público se debiera
gestionar desde lo público en última instancia.
15/15\15: Aunque hay aspectos geoestratégicos y de necesarias
políticas concertadas a nivel mundial para hacer frente al caos
climático y al agotamiento de la energía fósil, el nivel local es
fundamental para “encender” la transición, como decía aquel documental
de Ekologistak Martxan (Energia Trantsizioak: Piztu Aldaketa!).
¿Qué iniciativas podrías destacar como buenas prácticas en este sentido
en los municipios que gobierna vuestra formación en el conjunto de
Euskal Herria?
M.O.: EH Bildu es una fuerza política con una gran
vocación municipalista. Ha sido nuestro principal marco de actuación
durante lustros. Y podemos decir que, también en lo energético, ha sido
un buen campo de experimentación. Desde aquí se han lanzado diferentes
proyectos energéticos relacionados con el aprovechamiento sostenible de
los recursos locales, y me puedo ir a ejemplos como las calderas de
biomasa comunitaria de Asparrena o Aramaio (Araba) a proyectos varios de
eficiencia energética en la iluminación de las calles a ejemplos de
recuperación de mini-hidráulica en Gares (Nafarroa). De hecho, hace un
par de años hicimos un seminario interno de EH Bildu para poner en común
diversas experiencias y potencialidades a nivel local, en el que se
constató el vigor de las propuestas así como los límites de la acción
local. Sin dejar de reconocer que aún tenemos un enorme trabajo por
delante a la hora de sistematizar y ampliar lo que estamos haciendo. Es
uno de nuestros retos para los próximos años.
15/15\15: No sé si conoces el libro Los verdes somos los nuevos rojos,
de Will Potter. Privados ahora ciertos poderes del Estado del
“conveniente” enemigo terrorista vasco, existen varios nuevos enemigos
“en construcción”, como en ocasiones es el terrorismo islámico (caso
Dixan), el gallego (ese fantasma llamado “Resistencia Galega”) y
parece que ahora también el ecologista. Hemos visto la terrible
represión de la resistencia ecologista de la ZAD en Nantes, y no faltan
otros casos más o menos cercanos. Podemos recordar el dramático episodio
de la lucha contra el pantano de Itoiz… ¿Tú crees que se está
procediendo a criminalizar (penalmente y represivamente) al ecologismo
más consecuente? ¿Forma eso parte de una deriva autoritaria de los
Estados, como parte de la descomposición de las llamadas “democracias”?
¿Se está dando debate sobre esta cuestión en EH-Bildu y en vuestro
diálogo con los movimientos sociales del ecologismo vasco y navarro?
M.O.: Hay una involución obvia, que se da en
diferentes planos. La respuesta de EEUU tras el 11-S, redefiniendo a sus
enemigos tras el
impass del fin del ciclo soviético, abrió un
nuevo tiempo, en el que Occidente, como Polifemo tras ser herido en su
único ojo, se lanza a combatir un enemigo imposible de batir: el terror.
El
terror, bajo este nuevo enfoque, no está en ningún sitio y
está en todas partes, por lo que lo importante no es la victoria, sino
estar preparado ante lo que pueda venir desde lo definido como
terror.
En realidad es un estado mental, sobre el cual se pueden hacer cambios
legislativos y, de paso, políticas muy lucrativas, como las de
seguridad, la de las vallas, la militar. También sirve para deshacerse
de cualquier disidencia aplicándole la etiqueta de
terrorista. Desde Euskal Herria es bastante sencillo entender todo esto. Bajo el paraguas de la
lucha contra el terror
se ha criminalizado casi cualquier tipo de disidencia, incluida la
medioambiental, y el caso de Itoiz que mencionas es un buen ejemplo. Más
recientemente, un tartazo a una presidenta autonómica (Yolanda
Barcina), se intentó presentar como
terror, cuando miembros de
la lucha contra el TAV (Tren de Alta Velocidad) protestaron de esa
manera en una conferencia. Es curioso que las detenciones por estos
hechos se produjeran en España, ya que en Francia no pasaba de ser una
falta administrativa. Aquí se convirtió en penas de prisión.
Imagen del tartazo recibido por Yolanda Barcina.
Los
códigos penales se están reformando, la redefinición del terrorismo en
el último código penal español es buen ejemplo, de manera que
prácticamente cualquier sector que levante la voz pueda ser metido en
ese saco. No tengo claro, como afirma Potter, si este nuevo esquema es
específico para las luchas medioambientales. Más bien me inclino a
pensar que estas luchas, que se intensificarán en la medida en que el
deterioro del entorno se hará más evidente, caerán, como están cayendo
ya, en esta clave
securitista. En este sentido, las luchas
medioambientales tienen un interesante campo de hermanamiento con otras
luchas, como ya se ha venido viendo en el rechazo masivo a la
Ley mordaza. No es más que un ejemplo.
15/15\15: “Se está hurtando a la sociedad el debate profundo
de los cambios urgentes que hay que hacer”, has acusado en el Parlamento
al Gobierno de Gasteiz. “Hay que decirle a la gente que la situación es
crítica”, les espetaste. ¿Cómo piensas tú que se podría comenzar a dar
ese difícil debate, que tanto cuesta a la clase política y no digamos a
las élites económicas que controlan los medios de comunicación..?
M.O.: Creo que hay dos cuestiones fundamentales
relacionadas con la energía. Una es el inevitable declinar de los
combustibles fósiles, la otra es la estrecha relación de la quema de los
combustibles fósiles con el cambio climático. Se ha conseguido
introducir en la agenda política el debate de la
descarbonización
a través de mucho activismo y muchos informes científicos. Otra cosa es
hacer políticas adecuadas para avanzar en la senda de las soluciones.
[Ahí] creo que, en realidad, no se ha avanzado mucho. Sin embargo, en el
debate del declive de la energía fósil no se ha llegado a alcanzar a
capas amplias de la sociedad. El debate está abierto tanto en los grupos
concienciados como en algunos sectores de poder bien informados, y si
se lee entre líneas se puede observar que hay una consciencia clara del
problema. Aun y todo, en la medida en la que los efectos más perniciosos
del declive fósil no se verán de un año para otro, sino en alguna(s)
década(s), ni la clase política ni la económica están en una situación
fácil para presentar el problema a la sociedad. Nadie dijo que fuera a
ser fácil. Compromiso, constancia y paciencia. No queda otra.
Mikel
Otero muestra durante su intervención en el parlamento, una gráfica que
muestra cómo el consumo de petróleo en la C.A.V. continúa aumentando.
Referencias
Se puede acceder a las grabaciones en vídeo (con subtítulos) de las
intervenciones del parlamentario Mikel Otero mencionadas en la
entrevista, en el web del Parlamento Vasco: