Makina etiketadun mezuak erakusten. Erakutsi mezu guztiak
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La máquina que nos purga. El triunfo de los selfies y emoticones

La máquina que nos purga. El triunfo de los selfies y emoticones
“La cámara hace a todos un turista en la realidad de otras personas y finalmente en la de uno mismo.”
 Susan Sontag


Mientras la gente toma las calles entre gas lacrimógeno, fuego y barricadas, alguien hace una foto con su móvil desde dentro de un local de comida rápida y a su vez ese alguien es filmado, la imagen es publicada y ahora miramos la foto y la reenviamos a todos nuestros contactos.

El turista goza y sufre la vida entre ruidos y puros sucesos. En el turista no existe el argumento:no se puede! El turista posee saberes sobre tecnología, conoce todos los vericuetos: dónde y cuándo comprar barato, sabe olfatear vinos, comenta los bochinches de algún rey y reina, las “festicholas” de famosos, dice frases sobre cualquier tema que encarnan al mismo Shakespeare, visita lugares peligrosos, se esmera juntando tapas de plástico, dona unos pesos para que no talen los árboles y le canta las cuarenta a cualquier figura pública desde sus redes. Como turistas A, B, C, nos comportamos; el mercado mueve los hilos y la élite disfruta.

El Poder actual se acomoda desde múltiples discursos y estos no necesariamente son desde un sostén global teórico, un estado vertical, despótico, donde uno podría posicionarse, confrontarlos, discutirlos, analizarlos; más bien son territoriales y prácticos, muchos tienen apariencias contradictorias.

Pero el pataleo es pura fachada. Lo primero e importante son las soluciones instantáneas que lleven a los consumidores de servicios a hacer lo que quieran y cuando quieran. Ese es el triunfo del capital, no obligar sino seducir. ¿Pero el discurso genera práctica social?

Bueno...donde uno puede patalear mucho es en las columnas de opinión de los expertos, entrando a comentar en el abanico de temas y, entre selfies y emoticones, se puede ir surfeando la cosa.

Los discursos son demoledores, van directo al cuerpo y al espacio donde este se mueve, son un cúmulo de simulacros. La persona se transforma en un autómata, en un agente productivo, motivado y auto explotado. Voluntariamente se somete a la vida compulsiva, al estrés, el individuo anda a los tumbos, atomizado, sin tiempo para detenerse a pensar en las condiciones de fondo que lo dominan.

Hoy nos encontramos en las estanterías discursos médicos, discursos científicos sobre cambio climático, discursos sobre seguridad, discursos sobre educación, sobre la pobreza, sobre la democracia, sobre la violencia, sobre bienes y producción, sobre las guerras, los militares, la Patria, las fronteras, sobre el trabajo. Los medios de comunicación cargan las noticias repetidas mil veces, una serie de destellos iluminan nuestros ojos y en una breve descarga se dispersan en nuestros cerebros, viajan como pompas de jabón: el puro zapping. No hay tiempo para el análisis de los discursos.

“Nos están meando y los medios dicen LLUEVE”. Eduardo Galeano

La Economía, donde bajo su discurso se abrazan y marchan en procesión los políticos, es la articuladora, el axioma perfecto de opresión sin represión. Toda la vida social está sometida en elementos puramente abstractos, en cosas vacías, ordenadas, pronosticadas, en porcentajes, en estadísticas, en mediciones, en rentas, en ganancias, en acuerdos, en desconfianza, en ahorro, protecciones, en soluciones y decretos.

El Capital busca y encuentra la forma de adaptarse a los desencantos, a las catástrofes. En los momentos duros surge un mundo feliz, mejor y más bueno!! Con su desarrollo y lógica incluye créditos para todos, adhiere a reclamos desde los mismos lugares que se firman leyes en contra de la gente, toma prestada formas y frases radicales, las vacía y las devuelve al mundo bricolaje. Promueve activismos pelotudos donde se encuentran lo público y privado. Multinacionales lanzan perfumes sobre el predicamento de la responsabilidad empresarial y todas sus ilusiones se masifican.

El juego de palo ensebado

La máquina que nos purga en un gran frenesí de ansiedad, de sumisión total, está desatada. Por momentos nos ponemos como tiernos osos de peluche y en otros como zombies, consumimos hasta nuestros propios cuerpos. Muerto, pero feliz!

El mercado pone a funcionar todo como un vertedero gigante y dúctil, las múltiples ofertas y descuentos que incentivan los deseos, la comida sana que hace milagros “cuide su salud”, los ya famosos fitness como gran ejercicio de explosión hormonal, los miles de libros de autoayuda, los foros para hablar de los nenes y los problemas en casa, los lugares de trabajo acondicionados para pasarlo bien y rendir mejor, las iglesias. Las ONG y Fundaciones donde uno puede colaborar, los juegos contemporáneos preferidos por la burguesía: los desafíos masivos. Quién no llora o ríe cuando alguien lo arriesga todo!

¿Dónde están los que se tiraban cubos de agua congelada?

La ropa de marca, los objetos importados, los zoológicos modernos, las casas inteligentes -“haga su sueño realidad”-, los mega-supermercados y los muebles confortables, la industrialización de todo el proceso alimenticio, los transportes de lujo. Una empresa envasa aire y lo vende, los drones te llevan la pizza a domicilio, una mujer con sonrisa blanca da consejos sobre un buen desayuno, personas de varios países se implantan chips en los brazos para pagar las cuentas y demás avatares diarios. La vida puede parecer injusta o aburrida a veces; pero no hay nada que una compra no pueda solucionar!

Las publicidades como algo esencial e importante aparecen hasta debajo de la cama, te sirven la pastilla “siempre felices”.

Agolpados en un sofá se esperan los concursos de los Chefs, se aplauden los privilegios de los personajes con cara de plástico que salen en la TV, se informan de datos importantes, hechos de corrupción que salpican a un grupo de poder determinado, pero al final no se sabe nada en profundidad: pura pantomima!.

En un mundo violentamente extendido de racismo, xenofobia, sexismo, patriarcado, opresión, saqueo, fascismo, de desigualdad profunda y luchas por el poder ¿cuáles serán las preguntas correctas?

Recuerdo una película donde los personajes tenían permiso una vez al año de salir y matar a quien carajo se les diera la gana y ,claro, el hilo se cortaba por el lado mas fino. Ese día salían a relucir rencores entre vecinos, alguna damisela en peligro, jóvenes salidos de sus mentes, solo el puro placer del cuerpo, la sangre, el goce perturbador de la muerte. Y sí, la cosa era medio de que los fuertes se comían en dos panes de alguna manera a los débiles, ricos y pobres en plena auto defensa, el famoso (como decíamos en el barrio) “todos contra todos”.

El argumento del film, es bastante fácil: poseer armas, el hombre lobo del hombre, la psicología de la masa, el experimento social, el estado represor haciendo de las suyas en una trama siniestra, artilugios para sobrevivir esa brutal noche. Luego de la masacre todo medio volvía a la normalidad, hasta engancharnos en otra película, este Hollywood y su jugueteo entre mundo distópico y leviatan!!

Y toda esa violencia encarnada por personajes de la A a la Z de nuestra personalidad se vuelve a encontrar de alguna manera ya en la realidad (“la pura vida”) en el Viernes de compras impulsivas. Me pongo serio: Black Friday...ese día la gente aprieta los dientes, se lanza a la calle a matar al otro, el mundo de la vivencia y la fantasía, el ímpetu de la masa, tumultos en las puertas de los comercios, forcejeos varios, se trepan a las cajas, la multitud enardecida corre despavorida por los pasillos de los centros comerciales, carros cargados, brazos en alto, aprietes, arden los cuerpos de rabia, ansiedad y placer y si se puede...matar al otro en esa gresca generalizada por hacerse con el producto; y esa muerte es global , todo se vuelve masivo e idiotizado, ese día, ese viernes del año muere también un resto más de humanidad (al mismo tiempo varias caravanas de personas, niños, jóvenes, mujeres , atraviesa países hasta la frontera de EEUU donde son esperados por un muro y un ejército armado hasta los dientes).

Los gurús y dirigentes pacifican a las personas con varias retóricas y limosnas. Y en bajada vamos..., montados en bicicleta, sin frenos..., esquivando papeles y bolsas, mirando el móvil para encajar un “me gusta”...aunque ello nos cueste darnos de frente contra algún muro.


Rosalino Rodríguez
 

[ Cultura y Anarquismo webgunetik hartua ]

Del mito de la máquina al de la vida

Del mito de la máquina al de la vida

Por Septem Nostra. Publicado originalmente en El Faro de Ceuta

La semana pasada dediqué una mañana a pasear por el Monte Hacho. Me gusta ir, cuando puedo, a contemplar el amanecer. En ese instante, decían los alquimistas, el spiritus mundi es muy intenso y puedes aprovecharlo para mejorar tu salud y tu creatividad. Mi sitio preferido para ver la salida del sol es la sirena de Punta Almina. Desde aquí puedes captar la inmensidad del Mediterráneo y soñar con el esplendor de las civilizaciones que dominaron este mar interior cuya principal entrada y salida es el Estrecho de Gibraltar. La belleza es un eficaz bálsamo para el alma, demasiado afectada por toda la inquina a la que nos enfrentamos en el día a día. Necesitamos, o al menos yo lo necesito, una dosis diaria de aire puro y belleza. Por desgracia, ambos ingredientes imprescindibles para una vida digna son difíciles de encontrar en las grandes concentraciones urbanas. En Ceuta somos unos afortunados de vivir en un territorio con tanta belleza y magia. No la tratamos bien, por mucho que no sean pocos los que se dan grandes golpes de pecho diciendo que la aman.
En el paseo que les comentaba anduve por la cala del Desnarigado. Tuve el privilegio de desayunar mirando al curvo horizonte desde el altozano que sostiene el fuerte del mismo nombre que la playa. Luego bajé hasta la orilla para darme un baño y disfrutar de la belleza de este paraje. Estaba sólo. Así que me sentí el hombre más rico del mundo. Podía absorber la magia de este lugar en la más absoluta soledad. Esta no es una playa de uso masivo, y menos a esta hora temprana. Es un lugar bellísimo, cerrada por una muralla del siglo XVIII y con un castillo que desde lo alto lo vigila. Su pedregosa orilla repele a muchos bañistas, pero a mí me atrae este símbolo de autenticidad y salvajismo. Hace unos años un ignorante consejero de Medio Ambiente propuso domesticar esta playa vertiendo arena fija, pero se encontró con una fuerte oposición ciudadana de lo que nosotros formamos parte. Este rechazo cívico le llevó a desistir de esta descabellada idea. Nunca hay que bajar la guardia.
Tras mi refrescante baño me adentré en los acantilados que se abren a partir del extremo occidental de la cala del Desnarigado. Todo estaba lleno de basura. Allí donde el ser humano actual pisa deja un rastro de residuos. El carácter sagrado de la naturaleza es continuamente profanado. Muchos seres humanos dejan testimonio de su verdadero carácter en su comportamiento con la naturaleza. Aquellos que sólo tienen en su mente y en su cuerpo basura esto mismo es lo que dejan a su paso. La naturaleza está hecha para ser contemplada y amada, para emocionarnos y estimular nuestra imaginación. Estos afilados acantilados son las columnas que sostienen un templo llamado Abyla y las cuevas abiertas por el mar en los duros gneiss del Hacho son criptas sagradas para rendir culto a la Gran Diosa. Las arboledas dispersas en este mágico monte son las residencias de las hiadras y las calas son los palacios de las ninfas. Las blancas gaviotas son espuma de mar transformadas en aves por los dioses para que sirvan de guardianes del templo. El incienso en este espacio sagrado huele a mar y a algas.
La mayoría de las personas han perdido la capacidad de apreciar la belleza. Sus sentidos están tan dormidos como sus conciencias. Esta mecanicista sociedad no hace más que mutilar los atributos que nos hacen humanos, como el gusto por lo bello, el despliegue de la imaginación creativa, el cultivo de la sabiduría o el amor por nuestros semejantes y por todas las criaturas de la naturaleza. Todos estos elementos son extirpados para facilitar el injerto del afán de placer, poder y dinero, es decir, todo aquello que facilita el mantenimiento y extensión del sistema capitalista. A muchos les resulta inimaginable un mundo sin pantallas, móviles u otros dispositivos electrónicos que bien usados pueden facilitar la comunicación entre los seres humanos, pero con su abuso incentivado no hacen más que aislarnos, embrutecernos y volvernos más idiotas.
La imagen que mejor descrito al ser humano actual es un personaje sosteniendo un móvil en la mano y con la otra comiendo o bebiendo y dejando un rastro de basura a su paso. No hay celebración multitudinaria que no acabe en una montaña de basura. Podríamos poner miles de ejemplos, de los que ahora vienen a mi mente destaco el estado de las playas tras la celebración de la noche de San Juan o la situación del campo después del día de la Mochila. A estos acontecimientos esporádicos se añaden la cotidianidad de la enorme cantidad de residuos que “decoran” cada rincón del Poblado Marinero los fines de semana. Hay otros a los que les gusta ir a tomarse algo a la playa por la noche con el coche y se ve que les resulta un esfuerzo insuperable recoger la basura y depositarlas en el contenedor más cercano. De su ensuciadora visita quedan testimonio en lugares tan bellos como la cala del Desnarigado y, en general, todo el litoral. Los plásticos son arrastrados por las olas y afectan de manera muy grave a los ecosistemas marinos.
En estas horas de soledad en la naturaleza pienso mucho en las posibles soluciones a la deriva destructora de la tierra que ha tomado la humanidad. Creo que el primer paso sería liberarnos de la servidumbre del placer, el poder y el éxito. Consciente de que tales deseos son innatos en el ser humano, todas las culturas y civilizaciones inculcaron el sentido del deber cívico a través de la educación. Tal y como comentaba Joseph Campbell, el principal motivo de la educación en las culturas antiguas y orientales no ha sido tanto la acumulación de conocimientos, como el esfuerzo de comprometer los sentimientos del individuos en los asuntos de mayor interés para el grupo local. La experiencia de las primeras agrupaciones sociales demostró que el pensamiento no socializado y el egocentrismo constituían una grave amenaza para la armonía del grupo. En este contexto, destacaba Campbell, “la función principal de todo mito y ritual ha sido y continuará siendo comprometer al individuo tanto emocional como intelectualmente en la organización local”. Estos mitos se hicieron especialmente eficaces cuando tomaron como referencia la armonía natural de la naturaleza y el cosmos. Al fijarse en las estrellas la mente humana quedó subyugada ante el temor reverencial por el misterio que percibían sus sentidos.
La ciencia ha hecho que perdamos el temor ante los misterios de la naturaleza y del universo, pero la necesidad de un mito que contenga la irracionalidad del ser humano es más urgente que nunca. Llevamos muchos siglos presas del mito de la máquina, -cuyas claves fueron extensamente estudiadas y expuestas por Lewis Mumford-, y es hora de que nos liberemos de este dañino mito para facilitar la emergencia de uno mucho más benévolo: el mito de la vida. Del miedo ante la incontenible fuerza de la naturaleza debemos pasar a la fascinación por el gran milagro que es la vida. “La vida no es un problema que tiene que ser resuelto”, escribió Kierkegaard, “sino una realidad que debe ser experimentada”. Si algo debería darnos miedo es a la posibilidad de morir sin haber vivido de una manera plena
En la naturaleza podemos encontrar fuentes de placer mucho más intensas que en el consumo de bebidas energéticas o alcohólicas, así como una riqueza divina, duradera e imperecedera, similar a la que hallaron Henry David Thoreau en el lago Walden o John Muir en las montañas de Yosemite. Me gustaría terminar este artículo reproduciendo una anotación del diario de John Muir que hizo un día como hoy, 19 de julio, de 1869 en Yosemite : “…Poco pueden decir a aquellos que nunca han visto un ámbito salvaje como este ni han aprendido a leerlo como que se aprende un idioma. Aquí arriba no hay dolor, no hay horas vacías y grises, no hay miedo al pasado ni temor hacia el futuro. Estas montañas benditas están tan repletas de belleza de Dios que no dejan hueco a ninguna esperanza o experiencia personal. Beber esta agua de champán es un puro placer, al igual que respirar su aire vivificante” (John Muir, “Escritos sobre la naturaleza”, editorial Capitán Swing, 2018).