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Si la funcionalidad del ser comienza incluso en el útero su
disfuncionalidad desde que nace lo deshumaniza. Incorporaron a la mujer
como una pieza más del engranaje productivo de explotación humana y nos
negaron, porque tuvo que adaptarse, lo más básico para el ser humano
desde la cuna, transformándonos en las piezas disvolutas y amnésicas que
somos ahora. Llevamos más de un siglo de barbaridades anti humanas.
Será pues una de nuestras labores recuperar las bases sociales y
afectivas de nuestro ser, lo cual no se puede realizar sin modificar el
modo de trabajo, de producción y de consumo. ¿Por donde empezar?
Salud! PHkl/tctca
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En un mundo como el nuestro, que desprestigia la maternidad y la
crianza, parece que el cuidado de los bebés y niños es un hecho
anecdótico y aislado en la historia de la persona, que no tiene
influencia más allá de la infancia, y por supuesto ninguna relación con
la sociedad.
Vivimos como si funcionase así porque actualmente predomina una crianza
mecanizada: de biberón en vez de lactancia, de chupete en vez de
consuelo, brazos o teta, de guarderías en vez de madre, de cunas
alejadas de la habitación de los padres, de muñecos que imitan el latido
cardiaco, de hamacas y columpios varios, de cámaras para vigilar al
bebé en la distancia, de CDs de nanas o susurros, etc.
Sin embargo, la crianza sí influye en la edad adulta y por tanto en toda
la vida de la persona, y sí determina el cómo es la sociedad. Y sus
consecuencias son de tal envergadura y profundidad que llegan a explicar
el grado de violencia que vive cada cultura.
A pesar de otro tipo de factores como genéticos, económicos, etc. la
variable que mejor define el nivel de equilibrio emocional de una
sociedad es el tipo de cuidado que dispensa a sus niños y a las personas
de quien depende, su familia. Y nos encontramos entonces con 2 grandes
grupos de modelos de crianza y de vida: violentos o pacíficos.
La diferencia entre ellos radica en el tipo de parto, la separación
temprana madre-bebé, la existencia de lactancia prolongada o no, el
respeto a las necesidades de los niños de día y de noche, el contacto
piel con piel que se establece, el número de adultos-cuidadores por
niño, la rapidez de respuesta ante el llanto,… y en definitiva, en si
existe una crianza de apego o desapego.
Los pueblos poco afectivos con sus crías y con poco contacto piel con
piel presenta altos niveles de violencia en la edad adulta. Sin embargo
la agresividad es casi nula entre los pueblos que mantienen un contacto
muy estrecho y continúo con sus hijos.
Los antropología han constatado este hecho innumerables veces, pero, por
si quedaba alguna duda, la moderna psiconeuroendocrinología también lo
ha confirmado y justificado: a menor contacto con un bebé, menos
protegido y más temeroso se siente y más adrenalina segrega su cerebro.
En cambio, a más afecto, contacto y amor, más se activan los circuitos
cerebrales de la serotonina.
Teniendo en cuanta la plasticidad cerebral de los primeros años de vida,
y cómo las experiencias modelan la arquitectura neuronal y la
personalidad del adulto, el predominio de una u otra hormona crea
individuos distintos. El contacto físico y emocional constante con la
madre (la primera fuente de amor) es lo que asienta los sistemas
cerebrales del placer y crea personas seguras, confiadas y amorosas.
Cuando el niño no recibe el afecto que necesita se crea una cultura
basada en el egocentrismo, la violencia y el autoritarismo.
Cada autor lo ha nombrado de forma diferente: desamparo aprendido,
indefensión, aprendizaje de la impotencia, desesperanza, sumisión, …
pero en el fondo todo es lo mismo: sufrimiento y resignación, que
determinan una actitud fría hacia el mundo y hacia los demás y que sólo
en determinadas circunstancias pueden ser revertidos.
Podríamos creer que todas estas teorías de las hormonas y el apego sólo
funcionan con tribus remotas y no en una sociedad con mp3, cirugía
estética, hipoteca y rayo láser. Pero no es así.
Esa adrenalina y agresividad nos define también a nosotros y explica el
grado de devastación al que hemos sometido a la Naturaleza, el injusto
orden internacional, las cifras de miseria y hambre, y la violencia
entre los países y en el seno de las propias familias.
¿Cómo hemos llegado a esto? Aunque las explicaciones son múltiples, la
más potente y brillante (para el sistema) ha sido perturbar la relación
madre-hijo que la naturaleza ha previsto para velar por el desarrollo
físico, emocional, intelectual y social de una persona.
Atacando el apego desde la raíz se consiguen ciudadanos vulnerables,
siempre necesitados y anhelantes de algo más, desorientados, sumisos y
dependientes de una sociedad consumista y devoradora.
Pero para lograr una ruptura tan radical se necesita un engranaje de
diferentes actores que consigan cegar totalmente el juicio y el instinto
de las madres. Lo consiguieron. Y estas son mis 15 acusaciones:
1. Acuso a la industria farmacéutica de haber convertido todos los
procesos naturales de la mujer en enfermedades tremendamente rentables:
menstruación, anticoncepción, embarazo, parto, lactancia, crianza y
menopausia.
2. Acuso a la píldora anticonceptiva (y todos los productos hormonales
en general en mujeres sanas) de haber alterado totalmente nuestro
delicado equilibrio endocrino y de robarnos los mensajes intuitivos que
llegan del inconsciente con las diferentes fases del ciclo menstrual
femenino, por la relación entre ovarios, determinadas hormonas y
actividades de hemisferios cerebrales. Este es uno de lo problemas de
base sorprendentemente ocultado. Las mujeres no se desconectan en el
parto de sí mismas por primera vez, sino que llevan años desvinculadas
de la sabiduría femenina ancestral y más unidas a un laboratorio que a
su propio cuerpo.
3. Acuso al negocio de la fecundación artificial de aprovecharse de las
mujeres desesperadas por concebir y someterlas a dolorosos, caros y
largos procesos, en vez de analizar las causas verdaderas (y
subsanables) del fracaso en los embarazos, y que nos obligarían a
replantearnos el ritmo y el estilo de vida que llevamos a todos los
niveles.
4. Acuso a la industria de la alimentación de su macabra y eficaz
estrategia para convencer a medio siglo de mujeres y conseguir que la
leche de un animal (cuyo cerebro es mucho menor que el humano) tratada
químicamente, suministrada en plástico, y por manos frías, muchas veces,
haya suplido al calor, amor y el milagro de una teta blandita. Este
triunfo económico ha significado una condena a muerte a millones de
niños en países poco desarrollados, y alto riesgo de enfermedades, menos
nivel cognitivo y desapego en los países ricos. Ausencia de lactancia
significa ausencia de oxitocina y menos enamoramiento madre-hijo, y a
partir de aquí una larga cadena de conductas artificiales.
5. Acuso al sistema obstétrico de haber convertido la normalidad del
parto en patología, de haberlo medicalizado hasta el delirio de 50% de
cesáreas en algunos países, de no haber respetado la extrema fragilidad
del recién nacido y de haber convertido el sagrado acto del nacimiento
en una mera extracción y manipulación de bebés.
6. Acuso a los pediatras de haber confundido sus creencias y prejuicios
con la verdadera ciencia, de haber frustrado millones de potenciales
lactancias exitosas con falsas normas, de haber convertido en enfermedad
una pauta de sueño mamífera y de anteponer sus criterios a las
recomendaciones de la OMS.
7. Acuso a los neurólogos y psiquiatras de sobre-diagnosticar la
hiperactividad, y de drogar y anular a una generación de niños (a pesar
de los constatados y denunciados efectos secundarios) con
Ritaline/Rubifren: la cocaína pediátrica
8. Acuso a los psicólogos de medrar a costa de todos los errores del
sistema en crianza, de no hacer honor a su nombre (psiqué=alma), de
crear teorías que han justificado la continua domesticación de los niños
anulando el leve instinto materno que quedaba (sobreprotección, falta
de límites, permisividad por consentir demasiado, malcriar, etc.), y de
haber inventado una falsa socialización temprana que no existe hasta
mucho más tarde ( 6-7 años cuando queda establecida la lateralidad
cerebral).
9. Acuso a los falsos gurús de crianza: Spock/Ferber/Valman/Estivill y
secuaces conductistas de hacer apología de métodos de socio-tortura y
vender insensibilidad, crueldad y falta de respeto hacia los niños. Si
hubiese un Tribunal de la Haya Emocional, todos estos personajes habrían
sido condenados por sufrimiento a la Humanidad.
10. Acuso a las feministas clásicas de haber mutilado a las mujeres
humillando nuestra feminidad y maternidad, y de haber vendido a nuestros
hijos por una falsa liberación que simplemente fue un cambio de lugar
de opresión, y que perpetuó y potenció el sistema y los valores
dominantes: masculinidad, competencia, depredación, jerarquía. Nunca
hubo ninguna revolución social, sino un continuismo con otra cara. Sí es
compatible el trabajo y la crianza, pero para eso hay que transformar
el sistema y no abducirnos a nosotras y abandonar a las criaturas.
11. Acuso a las revistas femeninas de fomentar modelos de mujeres
descerebradas, consumistas, siliconadas, hipersexuales que cuando tienen
hijos se convierten en madres virtuales que atienden por control remoto
a sus criaturas a golpe de Visa y continúan con su estresante vida sin
inmutarse ni un tacón.
12. Acuso al sistema educativo de precocidad, de tener planes obsoletos
que no responden a las verdaderas necesidades de aprendizaje a través
del juego y la libertad de expresión, de fomentar la sumisión y
obediencia e impedir los procesos de pensamiento independiente y
creativos que permiten encontrar el propio camino en la vida .
13. Acuso a toda la sociedad de ser adultocentrista y haber excluido a
los bebés y niños de la vida diaria, de infravalorar la maternidad y
crianza considerándolo una pérdida del talento de la mujer pero sí
valorar a ésta como productora dentro del sistema económico (ni como
reproductora ni como cuidadora).
14. Acuso al estado de Bienestar de haber secuestrado la vida de los
bebés encerrándolos en guarderías tempranas que se convierten así en una
especie de “orfanatos de día” bien decorados, mientras obliga a sus dos
padres a trabajar lejos de casa para subsistir en un modelo de vida
asfixiante, de haber pasado del concepto de “se necesita una aldea para
criar un niño” a la soledad y el desamparo de 8 bebés por cuidadora, de
tener unas políticas de conciliación familiar-laboral miserables, de
ausencia de ayudas familiares decentes, y evidentemente de haber creado
una sociedad del malestar en la que según la OMS en el 2020 la depresión
será la segunda enfermedad.
15. Y por supuesto, acuso a las mujeres de no escuchar su corazón ni su
instinto, de haber sacrificado a sus hijos para que el sistema los
devore (porque ellas ya lo estaban), de acceder a la maternidad y parto
con muy poca información y por tanto con una actitud de niñas dóciles
que delegan su papel en los demás, de no luchar o exiliarse de este
injusto modelo económico ni siquiera dentro del hogar, sino de dirigir
la rabia y frustración (consciente o no) contra sus hijos,
insensibilizándose ante su llanto y llamadas nocturnas, de obsesionarse
por el adiestramiento y las normas (que en el fondo les ayudan a ellas a
tener una estructura y orden y a desculpabilizarse de su abandono
real), y de centrar todas sus fuerzas en aspectos externos al hogar.
Estos 15 agentes han hecho que llevemos varias décadas con una crianza
impregnada del espíritu light de Herodes: subestimar la importancia de
satisfacer plenamente los instintos y necesidades de la infancia, y han
creado una sociedad DES-MADRADA, no amorosa, no segura de sí misma, no
empática con los demás, que es la causa del estado actual de la Tierra.
Afortunadamente esta situación nunca ha sido 100% generalizada y siempre
ha habido pediatras, neurólogos, ginecólogos, comadronas, psicólogos,
revistas, colegios y madres y padres disidentes de la crianza oficial,
que han sufrido muchas burlas, incomprensiones y zancadillas sociales,
pero que han mantenido la luz encendida para todos los que venían detrás
con los ojos abiertos.
Ese modelo de desapego nos ha obligado a estudiar e informarnos en
profundidad (a veces más que muchos profesionales), nos han obligado a
citar continuamente a la OMS, a husmear en los estudios antropológicos, a
entender el efecto del cortisol y la alteración de la amígdala, a
comparar diferentes culturas, a conocer las ayudas de maternidad del
norte de Europa, etc. Pero nos han hecho fuertes.
Y por ello, ha llegado la hora de dejar de justificar la crianza
mamífera como preferencia caprichosa personal, y de trasmitir que es la
única salida posible para el planeta. Y podemos gritar con orgullo que
las evidencias científicas, el instinto, la historia del mundo, el
corazón y la Ética están de nuestro lado.
Estamos en un NUEVO PARADIGMA que es el de la maternidad consciente,
vocacional y amorosa en total consonancia con otras transformaciones
sociales: alimentación más sana, respeto y preocupación por el medio
ambiente, auge de las medicinas naturales y alternativas, energías
verdes, nuevas formas de espiritualidad, etc.
La pregunta ahora no es qué tipo de crianza eliges, sino en qué tipo de
mundo quieres vivir: en el actual de niños y padres separados, dominio
de la adrenalina y la frustración, o en un mundo de oxitocina, amor,
fusiones emocionales y bienestar.
La Política tendrá que hacer sus deberes y subir el PIB de ayudas a
familias del 1’1% actual (en España) a más del 2% que es el nivel
europeo, aumentar la baja de maternidad, fomentar la creación de
espacios familiares, grupos de maternidad y ayuda mutua en el cuidado
para compensar el aislamiento y soledad de tantas familias en nuestra
sociedad, etc.
Pero las que verdaderamente debemos cambiar el estado de cosas y la mentalidad social somos nosotras: las propias mujeres.
La mujer que gesta y trae al mundo un hijo también gesta de alguna
manera la sociedad. En su embarazo, parto, lactancia prolongada y apego
con su hijo se gesta la salud física, emocional del niño, su capacidad
de amar, de relacionarse con el mundo, su respeto a la vida, su alegría
de vivir y su dignidad. Esto es sencillamente: PODER, y, para evitar que
lo tengamos, han hecho todo lo posible por desapegarnos de nuestros
hijos, ya que los humanos criados de esta manera son sabios y no
comulgan con un modelo de sociedad basado en tantas mentiras e
injusticias.
La lactancia es el acto más subversivo contra la sociedad actual: es
gratuita, crea hijos sanos y felices, colmándoles el estomago, el
corazón, los chakras y el alma. En la lactancia hay una parte que
todavía no nos han explicado y es la LACTANCIA CUÁNTICA, la unión entre
el bebé y el Universo a través de la madre. La lactancia es la alquimia
de la vida y es la transmisora del conocimiento ancestral de millones de
mujeres a través de una cadena energética de amor. Por ello, hay que
defenderla, normalizarla y apoyar su uso como medida prioritaria.
Ahora parece que somos pocos, como una insignificante ola en medio del
océano, pero seremos millones, y esa ola se convertirá en un tsunami que
cuando llegue a la costa arrasará el Sistema. Los nuevos tiempos nos
acompañan.
Otro mundo es imprescindible y está al alcance de la mano con tan sólo tres requisitos: oxitocina, apego y conciencia.