[ Duela urte batzuk Nosotros, los detritívoros liburua irakurri niNan eta ziurrenera egiazkoak bihurtuko diren bertako datuekin beldurtuta gelditu ninduNan. Hemen zioaNK nik Burbuja kolektiboaren webgunetik harturiko Cazabaret webgunekoen elkarrizketa ]
Cazarabet conversa con… Manuel Casal Lodeiro, autor de “Nosotros, los detritívoros”
(Inicialmente publicado en http://www.cazarabet.com/pais/kms/pais38/evento.htm)
Manuel Casal Lodeiro para Queimada Ediciones escribe un ensayo englobado en la Colección: “Espacios para una nueva economía”.
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http://www.detritivoros.com/
Con este título Editorial Queimada y el Colectivo Burbuja,
coordinador de esta Editorial, inicia una nueva colección que trata de
afrontar, abordando al ecologismo desde una perspectiva, de
perspectivas, muy actual y actualizada.
Se trata , éste, de un ensayo que ya desde el Colectivo Burbuja y de
la propia editorial admiten:”…podríamos calificar como ecologismo
profundo, en el sentido de que se trata de una obra representativa de la
parte del ecologismo que menos dispuesta está a hacer concesiones a la
dinámica en el que el sistema económico capitalista ha colocado al ser
humano en su relación con la biosfera “.
Para leer este libro hay que tener estómago, paciencia y “los nervios
bien templados”; ya que tiene un “aire nihilista”…y que se entienda el
entrecomillado con toda su dimensión. Es un libro, un ensayo, que mira
tan de cara a la situación que es pesimista…no digo “peca” porque a
nuestro parecer no es así; ya que sentimos la situación como un “oscuro
nubarrón”, espeso y poco dinámico. Esto de la degeneración del planeta y
de su estado va mucho más deprisa de lo que nos explican y los recursos
del mismo, así como el colapso del mismo es tan inminente como
inasumible….
Se nota que el autor, Manuel Casal Lodeiro necesitaba mucho leer
componer este texto…y lo necesitaba, lo precisaba desde la raíz. Lo que
aquí reflexiona y dice es agrio, pero alguien tiene que romper moldes y
decirlo, desgranarlo, y como si se tratase de una tarta tirárnosla a la
cara….a ver si más de uno despierta de “cierta” ensoñación a la que el
sistema todavía nos tiene sometidos.
Ya no se trata, tan solo, de una crisis que incumbe a la salud del
planeta….la crisis va más allá y le incumbe o nos incumbe a nosotros
como especie y al reste de especies vivas del planeta…esto, todo, se
hunde y nosotros con él y parte de la responsabilidad del naufragio la
tenemos nosotros, seres excesivamente voraces, carentes de ética para
con no sea su bienestar propio e inmediato.
El planeta necesita, ya, de una repuesta clara y esmerada, sobretodo
ética y un ejercicio de ética que viaje desde el plano político al
social, económico, cultural, de cómo comportarnos y relacionarnos…
Lo que nos dice la editorial. La sinopsis del libro de Queimada:
Durante muchos años, el poder político y económico ha desarrollado
una cultura del crecimiento continuado basado en las energías fósiles,
cerrando los ojos a algo tan obvio como la limitación física de esos
recursos. Los continuos llamamientos a reconsiderar estos criterios han
sido sistemáticamente desoídos por quienes podían poner freno a su uso y
abuso y ahora nos encontramos muy cerca del punto de no retorno. ¿Nos
enfrentamos al fin de una era como lo hicieron nuestros antepasados en
otros momentos de la historia?.
“Lo que debemos afrontar, por tanto, es que si nuestra especie ha
permitido que su población aumente hasta niveles insostenibles mediante
el consumo irrefrenado del detritus energético fósil, va a sufrir antes o
después el mismo final que cualquier otra especie con comportamiento de
plaga: una drástica caída (colapso) en su población, una enorme
mortandad”.
El autor, Manuel Casal Lodeiro:
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Nosotros ya conversamos en su día con este escritor, pensador y
activista…:
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/izquiercolapso.htm
Activista formado académicamente en el ámbito de la ingeniería
informática donde ha desarrollado el grueso de su experiencia
profesional como consultor de proyectos en internet, especialmente para
entidades no lucrativas. Desde la década de 1990 lleva promoviendo
también numerosos proyectos culturales, sociales y políticos, centrados
en 2008 en la difusión social del choque de nuestra civilización contra
los límites biofísicos del planeta y las vías de respuesta posibles. Ha
participado en libros colectivos como Decrecimientos: lo que hay que
cambiar en la vida cotidiana (2010) y 15-M o pobo indignado (2011).
Coordinó la Guía para o descenso enerxético: preparando unha Galizia
pospetróleo (2014) y ha publicado La izquierda ante el colapso de la
civilización industrial: apuntes para un debate urgente (2016). En 2017
promovió prologó la edición en castellano de La vía de la simplicidad,
de Ted Trainer. Es fundador y coordinador de 15/15/15-Revista para una
nueva civilización. Coordina el problema de radio Vivimos en un mundo
finito y el Instituto Resiliencia, puesto en marcha por la Asociación
Touda.
Cazarabet conversa con Manuel Casal Lodeiro:
Manuel, ¿desde dónde te surge esta necesidad, diría imperiosa en ti, de escribir, Nosotros los detritívoros?
-Bueno, debería aclarar que, en todo caso, ese necesidad imperiosa se
referiría al artículo original, que bajo el título “Nosotros, os
detritívoros” publiqué en gallego en Praza.com en agosto de 2013. Más
adelante surgió la posibilidad de ampliarlo en la revista Ecopolítica,
por invitación de Florent Marcellesi, y luego de ahí, dada la longitud
del artículo, me animé a publicarlo como libro. Es algo habitual en mis
escasos libros: son casi “accidentales”, en el sentido de que la
intención inicial puede ser escribir sobre una cuestión que considero
importante hablar, pero sin tener como proyecto publicar un libro.
También pasó, como sabéis, con “La izquierda ante el colapso de la
civilización industrial”. En cualquier caso, volviendo al motivo de
vuestra pregunta, sentí la obligación moral de poner encima de la mesa
la cuestión de cuánta gente sería capaz de albergar el planeta una vez
desapareciese la energía “extra” que nos ha proporcionado el petróleo y
el resto de las energías fósiles. Es un tema que surge de mi seguimiento
de la cuestión del Peak Oil y del colapso civilizatorio desde hace
años, y el concepto de “detritívoros”, que tomé prestado del sociólogo
ambiental William Catton, me sirvió de potente cuña para intentar
introducirlo, aunque no con demasiado éxito hasta el momento, pues la
cuestión sigue ausente del debate general en la sociedad.
-Necesidad que, a la vez me da, la vives como una especie de
“ejercicio con la ética”, ¿no?..Porque si no lo hubieses escrito es como
si no cumplieses con lo que tu mente en conjunción con tus ideas y
corazón te pide, ¿no?
-Claro, es mi motivación principal para escribir sobre estos temas.
Quiero decir que si uno es consciente de problemas tan graves como estos
(porque hablamos de la muerte prematura, por guerras, falta de
alimento, colapso del Estado, etc. de miles de millones de seres
humanos, posiblemente usted o yo, incluidos, o nuestros hijos y seres
más queridos) y ve que no se está hablando de ellos, que no se conocen o
que se comprenden muy parcialmente, entonces siente la obligación moral
de hacer lo que esté en su mano para activar ese debate, paso
imprescindible, para activar una respuesta. Es mi motivación también
tras la creación de la revista 15/15\15 para una nueva civilización, por
ejemplo, al detectar que no existía aún un medio de comunicación
explícitamente dirigido a promover los pasos hacia unas nuevas
civilizaciones que sustituyan a esta que se nos muere, la civilización
industrial, la sociedad del petróleo, del crecimiento continuo, del
capitalismo suicida y homicida.
-Soy pesimista. Creo que esto de la degeneración socio ecológica del
planeta y de nosotros en él, acompañados del resto de seres va muy
deprisa, mucho más deprisa de lo que nos explican y nos dicen….nos están
hurtando la verdad desde arriba y me da que hay parte de la comunidad
científica que se suma de alguna manera. ¿Cómo lo ves?.¿Por qué?
-Es complicado señalar un único ritmo del colapso, porque hay
múltiples crisis, diversos factores que se realimentan y que llevan
diferentes ritmos incluso en diferentes puntos del planeta: la crisis
ecológica, el cambio climático, la extinción de especies, la crisis de
los cuidados, el colapso de los Estados, la crisis energética, etc.
Pero, sí, en algunos de esos factores el ritmo está siendo más acelerado
de lo previsto, como por ejemplo en el caos (siguiendo al físico Carlos
de Castro prefiero ese término) climático. Sí es cierto que existe
cierta autocensura por ejemplo en ese aspecto, por parte de algunos
científicos que trabajan sobre esta cuestión, algo que ya ha sido
denunciado por ejemplo en España por Ferran Puig Vilar, pero al final es
una lucha un poco inútil porque aunque haya 99 estudios científicos
rigurosos que señalen que la gravedad es alta y la necesidad de declarar
un “estado de emergencia planetario”, como reclama Ferran, clara, la
mayoría de la clase política y la élite económica se aferrarán al único
estudio que haya para sembrar la duda y justificar la inacción: y la
inacción es estas cuestiones significa dejar que la inercia nos lleve al
precipicio. Con la cuestión de la variable población, que es el tema de
“Nosotros, los detritívoros”, y la variable consumo, que son las que
determinan la capacidad de carga, pasa lo mismo. Y es que al final, no
es un problema que se esté jugando en el campo de la ciencia, de la
razón, sino del mito, de las creencias y de la fe. Y si tienen un clavo
ardiendo al que agarrase, se agarrarán… nos agarraremos como sociedad,
antes que admitir que tenemos que hacer cambios que pueden ser muy
incómodos para una mayoría instalada en el sobreconsumo y la dependencia
del binomio Estado-Mercado Capitalista.
-Y cuando se mete la manta del silencio por encima es por
algo….¿tienen miedo a admitir que hemos ido demasiado lejos y que ya no
hay vuelta atrás?
-Por supuesto. Lo estamos viendo a diario. Cuando consigues hacerles
ver el problema a los responsables públicos a cualquier nivel
(ayuntamiento, comunidad autónoma, gobierno central o europeo),
inmediatamente se activan los diferentes niveles de barreras de los que
hablaba yo en “La izquierda ante el colapso…”. Aunque no tengo tan claro
eso de que “ya no hay vuelta atrás”. Sí, hay un freno que aún se puede
activar, hay un volante con el que dar un volantazo y minimizar los
daños del inevitable choque. Ahora debemos y podemos aumentar la
resiliencia social, como reclamaba Dennis Meadows en 2012, cuando
constató públicamente que la sostenibilidad ya no era un objetivo social
factible. La civilización no se sostiene, pero eso no quiere decir que
no podamos desandar ciertos caminos, detenernos y retroceder hasta donde
convenga retroceder, en consumo, en polución, en dietas carnívoras, en
hipermobilidad, etc. Hay muchos aspectos de nuestro modo de vida que se
pueden revertir sin causar necesariamente un trauma social; eso sí, si
lo dejamos a la inercia del sistema, sí que será traumático. O si lo
pilotan los que quieran hacer un decrecimiento insolidario, los que
prefieran la opción nazi de guardarse para sí los recursos a costa de la
miseria del resto, entonces será también trágico. Y es hacia dónde
vamos, me temo.
Estamos atrapados en el planeta…si todo se va a perder, más pronto de
lo que nos explican y de cualquier manera ¿de qué tienen más miedo de
que entremos en “modo pánico”, en “modo desobediencia” o en algo
combinado…?
-No estoy de acuerdo en que “todo se vaya a perder”. Pueden perder
mucho aquellos que más tienen, de acuerdo, y por tanto son los que más
miedo tienen al cambio que proponemos desde el Decrecimiento, desde el
Ecofeminismo, el Ecosocialismo, el Ecologismo Social, la Vía de la
Simplicidad, la Permacultura Social, etc. Por supuesto la posibilidad de
la desobediencia está muy presente en sus agendas. Por eso estamos
viendo un aumento de la represión y de los cambios legislativos haciendo
más restringida la protesta en la calle, la creación de legitimidades
paralelas al Estado, los ataques a la Economía social y solidaria, las
denuncias o ataques físicos a activistas en todo el mundo… En la medida
en que logremos encauzar la frustración social y el miedo de una forma
constructiva para ir creando la alternativa a este modelo que se nos
derrumba, habremos evitado los peores escenarios. Hay que recordar
siempre lo que dice Joseph Tainter, el estudioso de los colapsos a lo
largo de la historia: un colapso no tiene por qué ser necesariamente
malo para los pueblos, aunque sí lo sea para las élites.
-Antes ponía como en un interrogante cínico a algunos científicos
porque los informes de algunos políticos dicen sustentarse o rodearse de
“expertos”, pero aparte de estos…también hay científicos que sostienen
que no es tarde, que todavía podemos dar una solución….ya te digo que
soy muy pesimista….Creo, sí, que habrá gente optimista a los que escucho
y con ello hasta intento llenarme de positivismo, pero me es imposible
cuando me siento y lo reflexiono mirándolo todo…¿Tú qué piensas?, ¿Cómo
lo ves?, ¿Qué nos puedes reflexionar al respecto?
-El optimismo banal, el positivismo pueril, es otra arma cultural del
sistema. Tenemos sociedades muy infantilizadas a las que les resulta
tremendamente fácil dejarse arrastrar por ese tipo de respuesta. Y la
clase política no es ajena a ese tipo de síndromes. Por otro lado, me
remito a lo que te decía antes: el futuro de nuestra especie se juega
más en el terreno del mito que de la ciencia. El movimiento ecologista
lleva décadas intentándolo, con los mejores estudios e informes
posibles, con la razón de su mano. Y ha sido inútil, ha fracasado. Es
hora de plantear la lucha en el terreno del mito, de la creencia
cultural, sin abandonar el otro. Es decir, crear contra-mitos. Además,
los tiempos de colapso son tiempos abonados para la espiritualidad y
podemos jugar con esa baza a nuestro favor. Si no, esa ola la acabará
cabalgando la religión convencional, como sucedió en Cuba en el Periodo
Especial, como explica Emilio Santiago. Es un terreno en el que aún
estamos a tiempo de activar estrategias creativas y que vehiculen las
emociones de quienes nos negamos a rendirnos, al tiempo que impidan que
esas emociones sean dirigidas hacia el odio a los demás, al “fuck
everyone and run”, como dice el grupo de rock progresivo Marillion.
-Hemos llegado “a colapsar” al planeta…es como empezar a inflar un
globo hasta la saciedad, tanta saciedad que acaba por explotarnos en la
cara, ¿verdad?
-No, el planeta no ha colapsado ni lo va a hacer. Esa es una visión
antropocéntrica. En todo caso colapsará nuestra civilización, o se
extinguirá nuestra especie. Bien es cierto que nos llevaremos parte de
la complejidad de Gaia, de la biosfera, por delante. Pero los
principales perjudicados, los que tenemos más que perder, somos nosotros
mismos, no el planeta. Y sí, estamos muy “inflados”, pero de hubris,
como decía William Catton. Nos hace falta modestia, vernos como parte de
un todo, una parte más, ahora mismo convertida en un cáncer para el
resto, pero con posibilidades de auto curarnos. Y si no, el propio
macroorganismo, Gaia, se encargará de eliminarnos. Y no porque sea una
“madre cruel”, como decía Hitler, sino porque su prioridad es auto
mantenerse y ahora mismo nosotros hemos dejado de trabajar para ella,
integrados, y nos hemos convertido en sus enemigos. O más bien la
civilización capitalista es su enemiga, como en aquel graffiti en un
vídeo de Serge Tankian: “Capitalism vs. Nature”. ¿De qué lado nos
ponemos? Está claro que el capitalismo es desechable al cubo de basura
de la historia, pero si desechamos la naturaleza, moriremos con ella.
-¿Es la principal “culpable” de esta situación la especie humana?—que
permíteme puede tener mucha inteligencia, pero de poco le sirve porque,
a la vez, es víctima de una avaricia que da verdaderos escalofríos…
-Esta es una cuestión peliaguda. De hecho hay críticos al mismo
concepto de “Antropoceno”, y abogan por llamarlo “Capitaloceno”. Es como
la distinción que hacía Catton entre “Homos colossus” y “Homo sapiens”.
La culpa en todo caso la tienen los “Homo colossus”, los habitantes de
los países enriquecidos e industrializados, unos con más carga de culpa
que otros, claro (lo podemos medir por las emisiones per cápita, o por
la huella ecológica, por ejemplo). E incluso dentro de cada país no
consume y contamina todo el mundo igual. Así que podríamos zanjar la
cuestión en lo que es indudable: tenemos un sistemas que nos fuerza a
crecer y por tanto a consumir más, a destruir más la biosfera, y a
saturar más los sumideros planetarios. Y ese sistema tiene un nombre:
Capitalismo. Claro que con la Revolución Industrial este sistema dio un
paso de gigante en
su capacidad y por tanto nos acercó más rápidamente al colapso, pero el
problema venía de antes. E incluso hay quien lo remonta al Renacimiento,
en tanto que revolución cultural, a la Ilustración. Es más o menos la
misma época histórica. Aunque la separación del equilibrio se podría
remontar más atrás incluso, al surgimiento en paralelo de los Estados,
los ejércitos, el dinero y el patriarcado, hace miles de años, como
explica esa magna obra que se acaba de reeditar: “En la espiral de la
energía”. Y permíteme también decir que lo de “inteligentes” está por
ver, ya que nos estamos comportando con el mismo nivel de inteligencia
que las levaduras encerradas en una botella de mosto, que consumen los
azúcares hasta agotarlos y morir intoxicadas por sus propios residuos
(el alcohol del mosto convertido por ellas en vino). A ese nivel estamos
ahora mismo, incapaces de ver que estamos acabando los azúcares y que
ya no quedará para todos. Es una de las imágenes que utilizo en los
Detritívoros.
A corto y medio plazo, ¿cómo colapsaremos?
-Esto es difícil de predecir, sobre todo porque el colapso “va por
barrios”, quiero decir que llega antes a unos países y dentro de ellos
antes a unos sectores que a otros. Nos puede servir mirar a otros países
donde el colapso está más avanzado como Grecia, o más aún: Siria,
Sudán, Yemen… También ser conscientes de las fases de un colapso social
tal como las describió Dmitri Orlov. Pero basta con mirar a nuestro
alrededor para ver ya mismo el colapso en sus primeras fases:
precariedad, desempleo crónico, quiebra de empresas, aumento del
autoritarismo, conflictos internos y externos, guerras por los recursos,
repliegue chauvinista, insolidaridad, huída de la realidad
(ciberadicciones y otras drogas), inseguridad, epidemias de salud
mental, crisis aceleradas de refugiados, zozobras políticas, desmontaje
de la protección ambiental y de la salud… En una fase posterior, no muy
alejada en el tiempo veremos desabastecimientos de energía y de todo
tipo de productos, protestas violentas, huelgas que paralizarán los
países, descomposición de los Estados, militarización, recorte de
libertades aún mayor, censura, cierre de servicios públicos,
privatizaciones, expropiaciones, conflictos políticos, secesiones
violentas de territorios… El capitalismo morirá matando, sin duda, y nos
arrastrará a una espiral trágica si no reaccionamos a tiempo y lo
abandonamos.
-Y a largo plazo, ¿nos puedes decir algo?
-Bueno, a largo plazo espero que las generaciones que vengan tras la
nuestra reconstruyan una vida humana dentro de los límites, con aquello
que les dejemos (en buena medida una herencia envenenada), que lleven a
cabo una revolución ética y un cambio de valores profundo que haga que
este error antropológico no se vuelva a repetir. Eso si conseguimos
sobrevivir.
-¿Qué generación empezará a ver cosas que verdaderamente hacen presumir un colapso inevitable?
-Como he dicho antes lo estamos ya viendo nosotros. El colapso es
inevitable y estamos ya en sus primeras fases. Aún no es fácil de ver,
al menos aquí y ahora, aunque sí en otros lugares. Lo que pasa es que
hay mucha desinformación interesada en parte e inconsciente, inherente
al sistema, por otra parte. Y eso dificulta enormemente la percepción de
lo que sucede. En el retrovisor de la historia será más fácil de ver
para las generaciones que vengan después, y posiblemente lo interpreten
con mucho resentimiento hacia las generaciones que ser cargaron la
civilización y buena parte de la biosfera.
-Bueno, me supongo que ya estamos viviendo y viendo cosas que forman
parte, directa o indirecta, del colapso final y precipitado…¿nos puedes
hablar de ellas?
-Las acabo de mencionar.
-¿A qué dilemas éticos o morales ya debe de enfrentarse la especie humana?
-El primero es: o el capitalismo o la vida, como expresaba antes.
Después, si estamos dispuestos a vivir con menos, para que más personas
puedan vivir, o si (la opción nazi) los sacrificaremos para vivir mejor
unos pocos. Como dice Jorge Riechmann: el dilema es, o coche eléctrico
para unos pocos o bicicletas para todos. Dentro de este dilema nos
encontramos con otros sub-dilemas. ¿Debemos acometer un control de la
natalidad? ¿Cómo hacerlo de una manera humana y no autoritaria? ¿Debemos
establecer cuotas de consumo máximo? ¿Cómo mantener los cuidados en
sociedades que ya no cuenten con servicios sociales? ¿Qué hacer con las
personas de más edad que necesiten soporte en el tramo final de sus
vidas? ¿Qué hacer en nuestra relación con otras especies si somos todos
parte del mismo macro organismo y tiramos de la misma capacidad de carga
total de la biosfera? ¿Debemos reducir aún más nuestro número para
dejar sitio a más especies de seres vivos? Son temas fundamentales y
sobre los cuales deberíamos estar debatiendo a nivel internacional e
interdisciplinar ya, pero me temo que se acabarán resolviendo por la
fuerza de los hechos y muy lejos de cualquier consenso informado.