Ni «derecho a decidir», ni «Podemos». Las elecciones son una farsa.
Los
capitalitas occidentales saben muy bien que sus formas de dominio y explotación
están en crisis y corren el riesgo de colapso inminente. Los países llamados
emergentes con China a la cabeza,con su alta productividad, su diferencia de
salarios, etc… garantizan una competitividad y un crecimiento imposible de
contrarestar. Los Estados Unidos podrán mantenerse, por ahora, gracias a los
recursos energéticos y la tecnología. Europa lo tiene crudo. La Unión Europea
(UE) irá perdiendo su participación en la economía mundial. Por ello, se esforzará
en ralentizar al máximo esa pérdida, aumentando más y más la explotación sobre
la naturaleza y la población en general. Puede que consiga incluso
paralizaciones puntuales y transitorias. Pero la transferencia de poder por
razones económicas propiciará el relevo de la hegemonía mundial. Ni que decir
tiene que para nosotr@s l@s desheredad@s,
todo seguirá igual o incluso irá a peor si no nos oponemos desde el primer
momento y ese momento ya ha llegado.
A
sabiendas de que no sólo es la economía lo que está en juego. Apelando al
sentimiento nacionalista de la Gran Rusia, Putin tiene la intención de
restaurar el poder imperialista de la antigua U.R.S.S. Primero fue Chechenia,
depués Georgia, ahora Ucrania, y luego...
A
lo largo de la historia han habido diferentes salidas a situaciones parecidas.
Este año se cumple el centenario de la confrontación entre las potencias
imperialistas del principio del siglo XX. Más tarde, a finales de la segunda
Guerra Mundial, los EEUU se afirmaron como potencia hegemónica, tras la masacre
de obrer@s y campesin@s que fueron los que pusieron l@s muert@s a millones.
Sucumbieron en el enfrentamiento entre herman@s
de clase, en vez de seguir la llamada a la revolución social como así lo
hicieran la mayoría de sus herman@s del estado español en 1936, y acabar con
los capitalistas, fuesen del bando que fuesen. No olvidemos la traición de los
partidos comunistas, con el PCUS a la cabeza, que con sus Frentes Populares
interclasistas renunciaron a la revolución y permitieron que la clase explotada
tuviera que conformarse con las migajas que el llamado Estado del Bienestar le
ofrecía. Con el fin de la segunda Guerra Mundial y la victoria de los Aliados,
se estableció el predominio del imperio yanki y desde ahí empezó la
construcción europea, volviendose dependiente económica y militarmente por
medio del Plan Marshall y de la OTAN.
Intelectuales
europeos encuentran grandes similitudes hoy día, entre los momentos
inmediatamente anteriores a la caída del Imperio Romano de Occidente y la
situación actual. Los síntomas son similares; crisis financiera, exceso de
burocracia, problemas económicos, corrupción, desmembramiento geográfico del
estado, creación de ejércitos privados por las oligarquías, degeneración del
imperio y después, fin del estado. Dichos intelectuales no hablan de crisis,
sino del fin de la civilización.
A
la caída del Imperio Romano, a pesar del hiperdespotismo del estado y los
latifundistas con sus ejércitos privados,
las rebeliones campesinas, las insurreciones bagaudas, la liberación de
esclavos, la presión en las fronteras de los pueblos germánicos como elementos
«desintegradores» pudieron sobre los «integradores», como las civitas, la ley,
la lengua o la religión cristiana con sus obispados, principal elemento
integrador y en muchos lugares la única forma de estado. Cuando la insurrección
se generalizó empezó la descentralización, las ciudades fueron abandonadas o se
redujeron a la mínima expresión. Muchos territorios fueron liberados, los
insurrectos se apropiaron de las tierras pertenecientes a sus antiguos amos y
las pusieron en común. Si añadimos a todo ésto la existencia de pueblos que
nunca fueron romanizados, aparece que al colapsar el Imperio Romano nacieron miles
de comunidades de aldea, autónomas y sin estado, que perduraron largo tiempo.
(Aunque junto a ellas, otros territorios quedaron bajo las nuevas formas de
dominación, se formó algo parecido a una «piel de leopardo» compuesta por zonas
libres y otras dependientes). L@s insurrect@s sabían que mientras los amigos de la dominación
no desapareciesen, lo logrado había sido por las armas y con éstas sabían que
lo tendrían que defender. Recuperaron castros defensivos que ya habían sido
utilizados en la edad del hierro, construyeron otros. Hoy, las pruebas
materiales de este pasaje de la historia se van conociendo. Gracias a recientes
trabajos arqueológicos, los llamados «tiempos oscuros» se van clarificando y
están permitiendo mostrar que con la caída del imperio romano no se pasó
inmediatamente ni en todos los lugares al unísono a la sociedad feudal, como
aseguran entre otros los marxistas.
Ante
la situación en la que estamos y pensando que la que se nos avecina será peor
si cabe, pensar que un voto o incluso millones de ellos puedan reformar algo a
mejor o dar «derecho a decidir», recuperar el «estado de derecho» o cambiar el
rumbo que lleva el barco hacia el iceberg, es de neci@s. Y más, cuando hace dos
años entró en vigor el Mede: Mecanismo Europeo de Estabilidad. Decía Hans Magnus Enzensberger, escritor alemán en el
periódico El Pais del 27 dediciembre del 2012: «La abolición del Estado de
derecho se proclama con toda franqueza en el Tratado sobre el Mecanismo de
Estabilidad Financiera (MEDE). Las decisiones de los miembros que marcan la
pauta en este organismo de rescate son inmediatamente efectivas desde el punto
de vista del derecho internacional y no están vinculadas a la aprobación de los
Parlamentos. Estos miembros se autodesignan, igual que en el antiguo régimen
colonial, como gobernadores y, al igual que los directores, no tienen que
rendir cuenta alguna frente a la opinión pública. Al contrario, están
expresamente obligados a mantener el secreto. Esto recuerda a la omertà,
que forma parte del código de honor de la mafia. Nuestros padrinos se sustraen
a cualquier control judicial o legal».
Abtraerse
de la realidad haciendo la política de la avestruz o dejar que charlatan@s
de todo color político nos vendan esperanza, como si de un crece-pelo se
tratase, nos engañen con un voto -nos auto-engañemos o no- no parará el destino
que nos espera a las clases populares, de la hasta ahora,
rica Europa.
Conocer
la historia nos puede ayudar a ver por donde pueden ir los tiros, nunca mejor
dicho. Aprender de los aciertos y de los errores, también nos puede servir para
saber que podemos ganar o perder, en función de lo que apostemos en el
envite. La partida ha empezado, en ella
jugamos tod@s y el empate no existe.
Iparretako
Ak.
iruzkinik ez:
Argitaratu iruzkina